La voluntaria , película estrenada en el Festival de Málaga, nos traslada a un campo de refugiados sirios en Grecia donde se narra la experiencia como cooperante de Marisa, doctora jubilada, interpretada por una estupenda, como siempre, Carmen Machi. A su lado o en frente, según se mire, Itsaso Arana, en un trabajo muy meritorio como contrapunto antipático, legalista, serio, responsable de los desmanes humanitarios de Marisa.
La película provoca cierta congoja desde el principio pues nos lleva de la mano de una persona con buenas intenciones en un territorio en el que las buenas intenciones no bastan e incluso pueden provocar conflictos, desgracias. Marisa entabla una relación especial con uno de los niños refugiados, Ahmed, y juntos conducen al espectador por su peripecia vital, la que generará los diversos conflictos de la trama, los cuales se trasladan al espectador. Quizá por eso no es extraño que uno salte de la empatía con los personajes al desasosiego que su manera de actuar provoca.
La voluntaria la dirige Nely Reguera, en un importante cambio de registro respecto a su ópera prima, María (y los demás). También participa del guion de la cinta, rodada, verdaderamente, en un campo de refugiados donde seleccionaron al niño Hamam Aldrarweesh–Almanawer para el papel de Ahmed. Con ello y el estupendo trabajo de sus protagonistas han logrado una muy interesante película para descubrir nuestra soberbia, la que envuelve sin que lo sepamos nuestra presumible generosidad.
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