Vito Sanz (Huesca, 1982) podría parecer un tío normal, pero los guionistas no dejan de someterle a pruebas de fuego. Ahora le toca en la película A este lado del mundo, del director David Trueba, presentada en el Festival de Málaga, donde interpreta a un personaje así, un tío normal, un ingeniero que vive en Madrid y lo plantan en Melilla ante la dura realidad de la valla fronteriza.
¿Qué hace un ingeniero en Melilla ante el problema de la inmigración?
Mi personaje se llama Alberto y tiene una vida en Madrid convencional, con una cierta inercia vital. Digamos que su vida transcurre un poco anodina, no se deja mucho afectar por lo que le va pasando, tiene un impulso tranquilo y muy pasivo. Le echan de su trabajo y para ocultar eso a su novia acepta un empleo en Melilla que le ofrece su anterior jefe como compensación de ese ajuste de plantilla. Va allí a realizar un trabajo de ingeniería que le piden muy complejo, conoce a diferentes personajes y la situación social y empieza a generar conciencia de lo que ocurre y a enfrentarse a una realidad que desconocía.
¿Cómo se enfrenta a este problema?
Yo era como mi personaje, tampoco era muy consciente, creo que como la inmensa mayoría de los españoles, de lo que está pasando en Melilla. Es verdad que es una ciudad europea en suelo africano y que es muy compleja porque viven diferentes religiones en ese contexto de la valla. También tiene cosas maravillosas. Llegar allí y ver esa realidad te descoloca y te hace pensar mucho, sobre todo en las condiciones que rodábamos. A veces me plantaba con Anna [Alarcón, su compañera de reparto] y decíamos ‘qué extraña es nuestra profesión delante de una realidad tan aplastante tan dura’.
¿Cómo se rodaron las escenas de la valla?
La parte en la que se cuenta la problemática de la valla se hace casi tipo documental. Mi personaje conoce a una guardia civil y ella me lleva por toda esa zona para que conozca cuál es la situación y poder trabajar bien sobre el asunto. Esa parte tiene como poso documental que va transcurriendo con la gente que había allí en la valla, También es una ciudad muy compleja, hay gente allí trabajando para que nosotros tampoco nos enteremos de nada. Hay que tomar también conciencia de eso.
Vito Sanz, en un fotograma de ‘A este lado del mundo’.
Es la segunda vez que rueda con David Trueba.
Hice un personaje pequeñito en un bar en Casi 40. Soy una especie de obra social que tienen los Trueba conmigo, que me van contratándome vez en cuando. Lo bueno de rodar con David o Jonás [sobrino del anterior, con el que Vito Sanz ha rodado tres películas] es que son mis amigos, Hay un vínculo muy fuerte de cariño y de cuidado. Es otra manera de trabajar, entiendes los códigos, un lenguaje en común, generalmente con los directores hay que intentar entender cuál es el lenguaje y en qué términos trabajan.
¿Y eso lo entiende con ellos?
Claro, es un trabajo ya hecho, porque son tus amigos, sabes cómo piensan, cómo se comunican. El lenguaje en común está ahí. Con gente que no conoces es más complejo, porque a veces hay desajustes.
¿Llegó a Madrid desde Huesca?
Pasé primero por Barcelona, estudié una temporada y fui a Madrid. Llegué a la aventura, como todos, a ver qué pasa. Y allí me quedé. Me gustó mucho y me sigue gustando.
¿Allí entró en contacto con los Trueba?
Unos años después los conocí por Jonás. Estuvimos haciendo la película de Los ilusos La conexión fue por amigos en común, a través de Ana Risueño, una actriz maravillosa.
¿Cómo lleva que, tras haber interpretado a personajes muy diversos, se le conozca sobre todo por la comedia?
Bien, me gusta la comedia, hacer reír y que se divierta la gente. Estoy en una compañía de teatro que dirige el malagueño Chiqui Carabante y están además Font García y Juan Vinuesa, también andaluces. Yo soy el único del norte e imagínate lo que es eso, todo el día jiji-jaja.
¿Y qué tal en el cambio de registro de esta película?
Es un poco más contenido todo, más sensible. Cada personaje tiene su complejidad. Este tiene poca acción, hay que intentar trabajarlo para que no se convierta en nada, Es otra cosa más sutil y pequeña. No es como lo que hice en Vergüenza.
¿El de ‘Vergüenza’ fue el papel que le dio a conocer ante el gran público?
Sí, ahí Juan Cavestany y Álvaro Fernández Armero me ayudaron mucho. Son grandes. Esa serie siempre me ha ayudado y la he disfrutado mucho. Es un mundo muy particular y es una problemática social de otra manera.
¿Y ahora tras la pandemia?
Estoy bastante parado, todo lo que tenía de teatro se ha movido. Y en cine está todo en el aire, No tengo proyectos hasta el año que viene. Hay que tomárselo con tranquilidad y viendo cómo se desarrolla. No me agobio, aunque igual dentro de año sí lo estoy. La vida del actor es así.
¿Paró de trabajar con el confinamiento?
Si, hice una serie en febrero que acabé, una de Mateo Gil, Los favoritos de Midas, que se estrenará en Netflix. Me metí en la cuarentena y todo el teatro se fue moviendo. En esta incertidumbre se empiezan proyectos pero no se sabe muy bien si se van a rodar. Vivir con esa incertidumbre siempre es complejo, pero hoy son los momentos que estamos viviendo y hay que tranquilizarse, seguir ahí, no tener miedo. El Festival de Málaga apuesta por eso y eso es bonito, dar un paso adelante y, montar el festival con la seguridad que sea necesaria, pero no quedarse en casa. Es un gesto hacia la cultura, el cine y estos momentos en general. Se pueden hacer cosas.
Vito Sanz (segundo por la izquierda), junto al actor Zidane Barry, el director David Trueba y la actriz Anna Alarcón, en la presentación de ‘A este lado del Mundo’, en el Festival de Málaga.
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