Visibilidad de lo Invisible
Lo invisible es una película muy dura sobre la depresión que nos acerca al desasosiego que viven las personas que sufren esta enfermedad. Tarea bien complicada que el director ecuatoriano Javier Andrade ha conseguido sin duda en esta obra que nace de la colaboración con la actriz protagonista (Anahi Hoeneisen) y del propósito de tratar juntos un tema duro, exigente, con la mayor de las elegancias posibles, para realizar una película “más de experiencia que de argumento”, en palabras del cineasta.
La experiencia se crea a propósito de una mujer culta de la alta sociedad ecuatoriana cuyo dolor se agrava al dar a luz. El contraste entre la elegancia con la que el director mueve su cámara por los refinados interiores de la casa familiar y el fehaciente malestar de su protagonista agrava la perturbación en el espectador y nos acerca así a la oscura enfermedad mental.
Ese contraste también se acrecienta en las escenas con otros personajes femeninos, en especial, con el de su tata, la anciana andina empleada de hogar que se desempeña como una madre y con el de la joven que se ocupa de su bebé, al que ella misma es incapaz de cuidar. La inestabilidad, el desequilibrio de la dama espejea también en el reflejo de sus relaciones con el resto de actores: su hijo adolescente y su marido, los demás empleados de la casa, sus pocas amistades…
El juego de planos de la protagonista tomados de espalda en algunas escenas incide en el averno en el que se encuentra pues siente que su dolor se multiplica en el trato con los demás. Nadie parece ver ni entender sus heridas, tanto las psicológicas como las físicas auto infligidas. En sus diálogos sobrios (y en los ebrios), en su relación consigo misma y con el mundo el espectador visibiliza el dolor invisible que la atenaza y nos aproxima a él de la mano del estupendo trabajo interpretativo de Anahi Hoeneisen.
