Ahí estaban ellos. The Smiths llegó a Madrid en 1985, ya se sabe movida y todo eso. Las fiestas de San Isidro, el paseo de Camoens. Madrid se creía entonces el ombligo del mundo, se comparaba sin sonrojo con Nueva York, y era lógico que un excéntrico grupo de minorías (al menos en España) actuará en la ciudad. Se habló de 300.000 personas viéndolos, por ahí se dice medio millón. La imaginación de los contables de masas humanas carece de límites. Fueran los que fueran, era un concierto de fiestas, las de San Isidro, a los que van fans del grupo y miles de personas que acuden actúe quien actúe. Era un concierto gratuito, de aquellos con los que el Ayuntamiento de Madrid trataba de conectar con los jóvenes, con este y otros grupos, una actitud que imitaron otros municipios, elevando los cachés de las bandas de tal manera que al final se cargaron los circuitos privados y pusieron fin a la movida, pero eso es otra historia. The Smiths hubiera llenado un par de noches el Rock-Ola, pero el caso es que aquello se convirtió en un acontecimiento de primera fila. Entonces grandes masas las arrastraban los Rolling Stones y pocos más.
No recuerdo si entonces llamábamos movida a la movida, no al menos con el tono de falsa y empalagosa nostalgia que se utiliza ahora, desde luego no existía esa cosa conocida ‘indie’, sí la ‘música independiente’. The Smiths era un grupo pop que caminaba por libre, ajeno a las tribus, con letras de extraordinario lirismo y una guitarra de Johnny Marr que se alejaba de los ritmos fáciles de otras composiciones adscritas a ese estilo. Cuando The Smiths tocaron en Madrid acababan de publicar su elepé Meat is Murder, quizá su disco mas complejo y cuyas canciones tocaron casi al completo.
Empezó el concierto con William, it was really nothing. Morrissey llevaba una holgada camisa roja, sombrero y gafas. Se movía como una anguila preso. Huelga decir que en aquella época no había Internet y aunque el videoclip había cobrado gran relevancia, apenas había visto yo a Morrissey actuando en televisión. Su capacidad para llenar un escenario y un auditorio de aquellas dimensiones fue quizá lo más sorprendente.
The Smihs era un grupo descarado, de un lirismo casi violento y Morrissey era un héroe pop que parecía entroncar con la poesía del viejo romanticismo británico, que se retorcía mientras se soltaba la camisa en aquel austero escenario, lejos de la grandiosidad, a veces cargante, de las puestas en escena actuales. Canciones de su primero disco, The Smiths (1984), el mejor de su carrera sin duda, como Hand in glove o Still ill eran un reflejo de aquella atmósfera. No parecía sobre el escenario el divo retorcido y egocéntrico que después se ha revelado, todo lo contrario.
Tras sermonear con Meat is murder y terminar así la primera parte del concierto, dejaron para los bises las dos canciones entonces más conocidas del grupo Heaven knows I’m miserable know y, sobre todo, This charming man, un himno conocido a golpe de bares en la ciudad. De cómo aquel concierto se convirtió en todo un signo de la época, un ejemplo del ‘yo estuve allí’, se encargaron las crónicas, las leyendas y la emisión por la tele del concierto íntegro, pasto del VHS. Casi treinta años después y tras algún fugaz paso por España ya en solitario, Morrissey vuelve a actuar en Madrid y en Barcelona.
https://www.youtube.com/watch?v=KxhQ6ay6il8
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