Hay que tener una cierta edad para haber dado al mando de una máquina en un bar para matar marcianos cabezones que avanzaban lateralmente en formación para ir cayendo poco a poco y tragarse tu nave. Hay que tener una edad como para que se rían de ti los llamados nativos digitales. Pero se puede sacar pecho.
Si jugaste al Space Invaders, aunque los llamaras marcianitos o lo que fuera, en la frontera de los años 70 y 80 del siglo pasado, estabas comenzando una revolución llamada a modificar de arriba abajo a la sociedad. Eso que pensabas que estabas pasando de estudiar y gastándote el poco dinero que tenías en tu bolsillo. Y una cosa más, si te burlabas de ese amigo tuyo totalmente nerd (entonces no existía esa palabra en el vocabulario local), resulta que el pringao eras tú, porque él sí formaba parte de la silenciosa vanguardia de esa insurrección.
La tesis se desprende de The Game (Anagrama, 2019) el libro de Alessandro Baricco, que hace un recorrido por la evolución tecnológica de los últimos 50 años dando una visión muy optimista de lo que sucede, que no es otra cosa que un largo camino en el que los ingenieros han respondido a una nueva y antielitista forma de situarse en el mundo. El autor coloca a los Space Invaders como el primer síntoma de esta revolución, pues con su aspecto de juego inocente establecía tanto física como mentalmente otro modo de estar ante una nueva realidad tecnológica, social y cultural.
No obstante, los inicios de este gran cambio habría que buscarlos en la contracultura americana de los sesenta, pero no en la rama que a casi todos nos fascina, la del sexo, drogas y rock’n’roll, sino en las balbuceantes experiencias de la computación. Ambas compartían su odio a las élites y la búsqueda de caminos alternativos para saltarse las normas. Hoy las élites han implosionado y resisten a duras penas el embate de millones de personas con un ordenador personal o un smartphone en las manos dedicadas a hacer lo que les venga en gana en la red y a divertirse dentro de este infinito game.
Baricco traza literalmente los mapas de esta anárquica revolución tecnológica y trata de desactivar cualquier atisbo de crítica a sus efectos positivos bajo la acusación de ser cosas del pasado, aunque en el último capitulo admita que hay muchos elementos que se resisten a ella y que está teniendo consecuencias negativas, como un auge de los populismos que no se veía desde décadas atrás.
Incluso él mismo parece tener algunos problemas para adaptarse en medio de su entusiasmo. No en vano, Baricco ha escrito un un libro, es decir, un elemento pesado, lento y profundo muy alejado de la superficialidad y velocidad que genera la red. Ademas se suele leer de forma lineal, justo como no se hace en internet ni en nuestras mentes.
Baricco ha escrito un libro, de modo que a la luz de su fascinante y provocador relato hace que el lector se pregunte a veces qué hace leyéndolo en vez de, siguiendo la lógica consecuencia de lo que hay escrito en él, tirarlo a la basura y coger su smartphone para saltar de una web a otra o entrar en una app para hacerse un selfie con orejas de burro y la lengua fuera y enviárselo a los amigos.
Baricco, hay que repetirlo, ha escrito un libro sobre lo positivo que es cargarse la high-culture a la que este mismo objeto representa, que uno puede leer en el metro mientras los demás sólo usan sus móviles para jugar o igual para leer filosofía.
El pensador italiano publicó en 2006 su ensayo Los Bárbaros con idéntica capacidad de plasmar los cambios sociales (y en 1996 la bella novela corta Seda, pero eso es otra historia) y ahora The Game es una especie de nuevo capítulo de aquel, donde recopila todos los rincones de este llamado game, pues la red y todo lo que se deriva de ella toma sus formas de actuar de un juego.
Las formas de un videojuego son las que modelan un mundo en el que en pocos años han aparecido elementos que antes ni imaginábamos y que ahora ni imaginamos vivir sin ellos: Google, Whatsapp, Facebook, Twitter, Youtube, Instagram, Amazon, Airbnb, Uber… y así hasta el infinito y más allá.
Esta relación ha demolido intermediarios, sacerdotes de la cultura y el conocimiento, y son pocos los que se resisten a ella y la critican. Los críticos se pueden resumir en aquellos que no se adaptan al nuevo mundo, los que lo iniciaron y ahora echan de menos su anarquía natal y los que se sienten perjudicados.
Ahora que una nueva élite se está adueñando de este juego, incluso con su propio dios (Steve Jobs) y sus profetas, todos como subraya el libro hombres y occidentales, van a producirse seguramente nuevos y radicales virajes. Quizá Los Bárbaros y The Game merezcan un nuevo capítulo.
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