Entre los numerosos centros dedicados a la vida y obra de artistas que pueblan Europa, SidesOut visita el de Tadeusz Kantor (1915-1990), el dramaturgo polaco que inventó innumerables formas de teatro, todas ellas desde la radicalidad de una vanguardia de la que también intentó escapar. Hizo teatro cero, teatro informal, teatro de la muerte, teatro imposible… una forma de entender la escena que marcó décadas de experimentación sobre las tablas. Se encargó de destruir la noción que hasta su irrupción se tenía del teatro, incluso del ensimismamiento en el que pensaba que la propia vanguardia había caído.
Para visitar el centro de Tadeusz Kantor, llamado Cricoteka, hay que viajar a Cracovia. En la orilla sur del río Vístula se alza un edificio rojo que juega con un techado de espejo. Fue una antigua central eléctrica que a principios de este siglo se eligió para albergar el legado de este autor tras ampliarlo.
A él se llega desde el monumental centro de Cracovia atravesando el bullicioso barrio judío de Kazimierz, antes de cruzar el río en cuya orilla opuesta descansa. Más allá quedan otros clásicos del viajero en Cracovia, como el guetto judío o la fábrica de Oscar Schindler.
Cricoteka, Cracovia, Polonia
Kantor hacía del teatro una farsa grotesca en la que mezclaba entre los actores marionetas o maniquíes, máscaras imposibles con las que ponía en marcha conceptos vinculados a la vida y la muerte, máquinas terribles o cómicas, según el caso.
Kantor era uno de tantos centroeuropeos que nació en un país que dejó de existir. Llegó al mundo como súbdito del Imperio Austrohúngaro, en la ciudad de Wielopole Skrzyńskie de la región de Galitzia, actualmente en Polonia. Era 1915 y el imperio vivía su definitiva caída en la Primera Guerra Mundial.
Su vida y obra ha estado muy relacionada con Cracovia, ciudad en la que falleció. Fue en ella durante la ocupación nazi donde inició su radical carrera con la fundación del Underground Independent Theatre, cuyos proyectos se representaban en apartamentos privados.
En la década de los 50 fundó el llamado Cricot 2 Theater, recordando el proyecto Cricot del periodo anterior a la guerra. De ahí el nombre de Cricoteka que hoy tiene el centro dedicado a su obra en Cracovia.
A partir de ahí su evolución como director, escenógrafo y dramaturgo vivió varias fases, como el “teatro informal”, donde fusionaba los actores con los objetos; el “teatro cero” en el que creaba una nueva acción teatral despojándola de las ataduras del texto; el “teatro happening”, con el que se unió a las corrientes más rompedoras de la escena europea; el “teatro imposible”, en el que la acumulación de elementos en escena dificultaba descifrar el concepto global. Así hasta llegar a su última fase, el “teatro de la muerte” con obras como La clase muerta o Qué revienten los artistas.
Todas estas fases aparecen de algún modo en los espacios de la Crikoteca, que cuenta además con exposiciones temporales. Fotografías, montajes, maquinarias inventadas ex profeso para las obras, maniquíes, vídeos de los montajes se reúnen en sus salas.
La Crikoteca se fundó en 1980 por el propio Kantor como museo, archivo, galería y centro de estudios. Él murió diez años después, pero la idea se mantuvo y creció. En 2014 se inauguró el edificio actual, cuya arquitectura exterior ya merece una visita. El edificio se inspira en el propio trabajo de Kantor y combina materiales estructurales modernos con la vieja planta de electricidad dejando una pequeña plaza con vistas al río (no está de más visitar también la heladería de la calle de atrás, que no tiene nada que ver con Kantor, pero que deja un magnífico sabor de boca).
Cricoteka, Cracovia
La revisión del artista y sus etapas que muestra el centro pone de manifiesto una posición radical en el arte escénico, que superó las vanguardias con performances alocadas, a veces auténticas bromas pesadas, unas puestas en escena tensas y caóticas y un humor una tonalidad más allá del negro. La visita permite descubrir a un dramaturgo y director de escena influyente que no se dejó atrapar en el teatro contemporáneo. Burlesco e incisivo, Kantor pertenece a esa estirpe de artistas a los que no se sabe muy bien dónde situar. Pero si se visita Cracovia, bien vale acercarse a las salas de esta cautivadora Cricoteka.
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