Entrevista completa en vídeo aquí:
Es una de las voces del afrofuturismo, un sonido que llega de músicos africanos que utilizan la electrónica como base de sus composiciones. Simonal Bie es mozambiqueño, vive en Barcelona y lanza ahora su proyecto Siwo. Partió del afrobeat hasta evolucionar a este afrofuturismo, que une a la música elementos visuales y de danza. La entrevista se realiza en La Casa Encendida de Madrid durante la última edición del festival Poetas, dedicado a los griots africanos.
Te presentas con la etiqueta de afrofuturismo. ¿Qué significa este concepto?
Es un movimiento de jóvenes africanos o afrodescendientes que están trabajando la parte electrónica para interpretar su arte, tanto en la pintura como en la música. Ahora hay un movimiento muy fuerte en artistas jóvenes africanos usando la electrónica. También hay otra interpretación en Estados Unidos, pero esta es una visión afroamericana y no una visión de los artistas del continente de África.
¿Qué presencia tiene la electrónica en una música como la africana a la que siempre se la ve con unas raíces más folclóricas?
La base de composición es toda electrónica. No hay instrumentos folclóricos. Puedes usarlos, pero los sampleamos y les cambiamos el sonido, todo dentro del mundo electrónico.
¿Como crees que se ve desde Europa la música de África?
Ya hace años que la música africana viaja por el mundo y, especialmente, en Europa. París es quizá la ciudad donde más se recibe la música africana. Estamos ahí con este movimiento afrofuturista, que está trayendo una nueva visión. No es solo el sonido, también los visuales.
¿Te sientes una artista multidisciplinar?
Sí. Vengo de la escuela de construcción e investigación de instrumentos de Mozambique y trabajé mucho con compañías de danza. Ahora estoy juntando la experiencia que he tenido en el pasado con todo esto.
Llegaste a Barcelona y empezaste con dos bandas como Simonal Bie y ahora te cambias a Siwo. ¿Por qué?
Antes tenía una banda de afrobeat que se llamaba Moya Kalongo y yo me presentaba como Simonal Bie. Después de diez años quería hacer una cosa nueva, pero tenía que ser en solitario y el nombre procede de Simonal, mi nombre. De ahí creamos Siwo.
¿Era para dedicarte más al afrofuturismo que a lo que hacíais hasta entonces?
Ahora estoy en este proyecto que hay danza y audiovisuales. Estoy trabajando con una coreógrafa muy joven, que se llama Inés Sibylle, y otra bailarina que está colaborando que se llama Yissel.
Has mencionado antes el afrobeat, una música conocida en Europa. ¿Qué influencia ha tenido en ti sobre todo músicos como Fela Kuti?
Fela para mí es un icono. Siempre me ha inspirado, no solo como músico, sino también como activista y como figura que quería cambiar lo que estaba pasando en Nigeria. Para mí es una gran fuerza, es como un padre. Cuando hablamos de afrobeat hablamos de Fela kuti, alguien que quería cambiar el sistema político de Nigeria. Ya sabemos que algunos países de África necesitaban que hubiera gente joven que quería que las cosas cambiasen y en esa época Fela era la persona. Ha sido el único artista que tuvo la fuerza de querer un cambio en su país y eso se fue extendiendo a todo África.
¿Ahora los músicos y artistas africanos también buscan ese cambio social y político?
Pienso que sí. Son muy pocos, pero siempre hay artistas que son activistas. No están ahí solo haciendo dinero y haciendo música pop para vender y ya está. Hay un músico en Senegal que se llama Akon que tiene un proyecto súperinteresante, Lighting Africa, para llevar electricidad en el continente africano a lugares donde no la hay. No es solo música, hay personas que quieren construir algo.
¿Cómo cala la nueva música que estáis haciendo en África, hay una élite que la hace o realmente la gente la sigue y la escucha?
Es un concepto nuevo. Pero hay mucha gente que lo está siguiendo. Tiene una parte visual muy fuerte y eso llama mucho la atención. No se trata solo de copiar lo que se hace en Estados Unidos. Estamos encontrando nuestro lenguaje musicalmente y también visualmente. No es una música de élite, hay un movimiento que, aunque no es grande, esta despertando mucho interés.
¿Empezaste con la música en Mozambique?
En Mozambique yo trabajaba más en musicología, en investigación de instrumentos tradicionales y también daba clases. Pero también había cosas más contemporáneas con el teatro y la danza. Yo había construido un mundo, pero cada vez tenía más influencias y ahora es más global.
¿Por que fuiste a Europa?
Conocí a un grupo de antropólogos y les gustó lo que yo hacía. Salía y grababa a artistas mayores que yo, que nadie seguía, pero a mí me interesaba porque quería aprender de ellos. Nos reunimos, íbamos hablando y escribieron una propuesta para que yo fuera a Portugal a exponer mi trabajo, dar clases y hacer conciertos. Cuando llegué a Portugal conocí gente, tuve un grupo de afrobeat en Oporto y me quedé.
¿Y de ahí saltaste a Barcelona?
Estuve viajando, fui a Toronto, pero llegué a Barcelona y esta ha sido mi casa en Europa.
¿Por qué las gafas tan extrañas que siempre llevas?
Es la parte visual del afrofuturismo, dan ese aire de futuro.
¿Y hacia dónde va ese futuro?
Esto es para todo el mundo, no solo para África. La música es un lenguaje global y es mejor que se expanda. Si nos quedamos solo en el continente africano, ahí estará, pero es mejor que todo el mundo vea lo que está pasando.
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