Sethler ha evolucionado. Ahora es una banda, su actitud es más optimista y se atreve con ritmos bailables. Detrás de este proyecto sigue estando Hugo Martín Cuervo, que ha cambiado el aire taciturno por las camisas de flores. Charlamos con él sobre este salto hacia delante, sobre su próximo disco y sobre la situación de la industria musical. Prepárense porque ha empezado la negociación.
Hace unos tres años escuchamos por vez primera su voz, entre cálida y quejumbrosa, perfecta para ese particular estilo con el que se presentaba, el melancopop. Sus letras, plagadas de referencias cinematográficas, nos hablaban de amores frustrados, mujeres magnéticas y montañas rusas emocionales. Con ese primer trabajo de estudio conocimos a Sethler, el proyecto musical de Hugo Martín Cuervo, un artista todoterreno que se mueve como pez en el agua en todas las disciplinas. Pasado un tiempo, regresa con actitud renovada, un look rústico tropical de lo más veraniego y un disco en el horno a punto de ver la luz. Hablamos con él del giro que ha dado la banda, de su próximo proyecto y del estado de la música en nuestro país. Descubrimos en esta conversación que Sethler, además de cantar, tiene mucho que decir.
En 2012 veía la luz Batalla y después de verano saldrá a la venta Negociación. ¿Viene con sorpresas?
La verdad es que si alguien se espera algo parecido al anterior trabajo va a sorprenderse bastante. En Batalla se escuchaba a un tipo con su guitarra y un poco de ruido acompañándole. Sin embargo, Negociación es un disco de banda, más eléctrico, bailable y coreable. La mayoría de los temas son más alegres y las letras, más frescas.
Si Batalla era taciturno y Negociación, optimista, ¿se acabó el melancopop?
La melancolía es marca de la casa y la llevo allá donde voy. Puedo tratar de hacer la canción más feliz del mundo pero seguirá teniendo un punto nostálgico. En este disco me propuse deliberadamente escribir canciones felices y, aunque al principio pensé que me resultaría imposible, lo cierto es que han surgido temas más alegres y rítmicos. Eso sí, las letras aún albergan cierta tristeza o decepción.
Y, ¿qué nos espera después? Cuéntanos en qué consiste tu proyecto de trilogía.
Primero vamos a hacer la guerra aunque hayamos pasado a negociar. Sacaremos una buena cantidad de vídeos. ¡Mi sueño ahora es convertirme en youtuber! (risas). Después de eso, ya veremos qué pasa con Tregua, el tercer disco de la trilogía de la guerra. El proceso de este último ha sido tan largo que ahora mismo prefiero disfrutar del presente y no anticipar próximos pasos.
Como cineasta además de músico —y youtuber en potencia—, ruedas tus propios videoclips y compaginas tus dos pasiones. ¿Necesitas tener el control sobre todo el proceso creativo?
¡Es casi una enfermedad! Me gustaría desligarme de muchas fases del proceso pero no siempre soy capaz. Mi principal problema es que cuando estoy grabando el disco ya estoy imaginando los videoclips, de manera que cuando acabo tengo un millón de ideas que quiero materializar. Poco a poco trato de ir cediendo responsabilidades y, por ejemplo, los dos próximos vídeos los estoy haciendo a medias con Enry Gámez. Relaja bastante poder confiar en alguien que ve las cosas como tú.
Hablando de vídeos, ya has publicado el primero de Negociación: Drama Queen. Aunque te habíamos visto en situaciones insólitas —acampando con un oso o peleando con él—, nunca habías representado una coreografía. ¿El renovado Sethler viene con ganas de hacernos bailar?
Ciertamente, me encantaría que la gente bailase y gritase con Negociación. ¡He venido a celebrar la primavera! Algunos pensarán que no es tan bailable pero yo creo que se puede bailar con (casi) todo. Respecto al vídeo, quería enfrentarme a mi gran temor: mover el esqueleto. Es lo que mas vergüenza me da y quería explorar mis propios miedos.
Hace poco te estrenaste en el escenario del Sansan y este verano podremos verte en el Fárdelej de Arnedo. Más acostumbrado a tocar en sala, ¿cómo vives la entrada en el panorama festivalero? ¿En qué contexto te sientes más cómodo?
Los festivales me encantan como experiencia. Me gustan porque me siento mucho más arropado. Además, la posibilidad de ver a un montón de bandas con las que comparto circuito y después tomar algo con ellas me divierte. Me gustaría tocar en todos los festivales de verano pero vamos poco a poco. Por otra parte, también me siento muy cómodo en las distancias cortas, donde puedo desenchufarme o cantar sin micro. Las salas son mi cuadrilátero.
El indie nacional se engrosa con la aparición de nuevas bandas y a veces tenemos la sensación de que todo suena igual. ¿Qué ofrece Sethler que no ofrezcan los demás? ¿Qué os hace únicos?
Esa es una buena y difícil pregunta. Puede que todo esté inventado pero, personalmente, me gusta jugar a retarme e incorporar combinaciones arriesgadas que suenen a nuevo. La historia de una femme fatale, cantada con mi deje de voz norteño melancólica, salpicada con un toque de humor y aderezada con ritmos tropicales más bailables es un mix diferente que de algún modo funciona. Indudablemente, siempre va a haber elementos tradicionales y puntos más rupturistas. Nosotros intentamos ofrecer una buena mezcla de estilos y sonidos que no solo sea efectista sino que, además, tenga sentido y equilibrio. Eso sí, para Tregua, el disco que cerrará la trilogía, tenemos pensada una frikada importante (risas).
En tu música es fácil identificar influencias de otras bandas españolas como Los Piratas, Vetusta Morla o Julio de la Rosa. ¿Qué escuchas?
Los Piratas, Vetusta Morla o Julio de la Rosa (risas). La verdad es que intento huir de los prejuicios y escuchar de todo. Ahora mismo soy adicto a lo nuevo de Luis Brea y de Sufjan Stevens. ¡Fíjate qué contraste!
En un panorama tan competitivo y saturado como lo es el indie nacional, ¿es posible vivir de la música?
Te respondo con énfasis: NO. No tengo ningún reparo en confesar que he pagado este disco trabajando en un parque acuático mallorquín y tocando por las noches. En este país y más concretamente en este género, de la música viven cuatro. No digo que sea imposible y puede que alguno lo logre pero yo ni me lo planteo. Hago esto porque me llena, me divierte y me mueve por dentro.
Residente en Madrid pero con un fuerte arraigo hacia Gijón. Hay quien defiende que es posible triunfar desde provincias pequeñas pero son los menos. La mayor parte de la escena se reparte entre Madrid y Barcelona. Para hacerse un hueco en esto del indie, ¿hay que instalarse en la gran ciudad?
Las escenas se asientan en las grandes ciudades. En Gijón tuvimos una explosión muy notable a principios/mediados de los 90 pero se acabó. Las escenas y los ambientes son muy poderosos y, si estás fuera, lo tienes más difícil. También puede pasar que vivas en una gran ciudad y, a pesar de ello, estés fuera, pero ese es otro tema.
Tus letras hablan de romance, de ruptura, de complicidad, de miedo, de desengaño… ¿Quiénes son las chicas de tus canciones?
(Risas). Algunas de las canciones que toco ahora tienen ya cinco años, así que en este tiempo ha habido más de una chica para protagonizarlas. A veces hablo de historias que me han contado o de alguien que se lo ha hecho pasar mal (o bien) a un amigo. Incluso puedo hablar de varias chicas a la vez. Drama queen, por ejemplo, nació como una broma. Aunque se refería a una persona en concreto, en realidad, representa a un prototipo.
Las plataformas de música en streaming ganan suscriptores día a día. Tu primer disco, además de estar a la venta en tiendas, puede escucharse en tu web y también en Spotify. ¿Por qué regalar tu arte?
¿Queda alguien que se plantee ganar dinero con las grabaciones de sus canciones? La gente escucha mucha más música que antes pero ya no está dispuesta a pagar por ella. Los músicos tenemos que grabar para llegar al público pero la rentabilidad está tocando por ahí, y aun así es muy baja. Antes de firmar por EMI, yo regalaba mi disco en la web. Se podía descargar totalmente gratis. Si nadie iba a pagar por él, prefería compartirlo en alta calidad. Hoy pienso que es mejor que el usuario valore el producto y le ponga el precio que considere. Si la música quiere sobrevivir en este contexto tiene dos opciones: aceptar otras formas de obtener ingresos, como el streaming, Youtube o los patrocinios; o concienciar a la gente de que debe dar algo a cambio de lo que consume. Esta ultima me parece muy difícil pero yo me he propuesto intentarlo. Pronto sabréis más al respecto.
Muchos artistas emergentes recurren a nuevas formas de financiación colectiva para editar sus álbumes. Hasta ahora, tú no las has utilizado. ¿Cuál es tu postura con respecto al crowdfunding?
No diría que estoy en contra del crowdfunding pero, por el momento, no me planteo utilizarlo. En mi opinión, la música comparte problemática con el cine español: la gente tiene una mala imagen de ella porque muchas veces le han dado gato por liebre, así que prefiere no arriesgar. Sin embargo, cuando algo le gusta de verdad, lo consume. Hace 15 años ibas al cine y te gastabas ocho euros o comprabas un disco por 20 y corrías el riesgo de que te decepcionara. Eso es algo que hoy ya se puede atajar y yo trato de hacerlo. No me lanzo al crowdfunding porque no quiero que la gente apueste por algo que aún no ha oído; prefiero que valore el producto una vez terminado. ¿Y si financio un disco colectivamente y después es una rareza incomprensible? Si puedo pagarlo yo, prefiero trabajar en un parque acuático.
Aunque el consumo de música en formato físico no está en su mejor momento, el vinilo vive su segunda edad dorada. ¿Habrá una edición de Negociación para fetichistas de este formato?
Asegurarlo sería jugármela pero podría apostar a que sí, habrá edición vinilo.
“Son tiempos difíciles para los soñadores” —o eso dicen— pero, puestos a soñar, ¿dónde te gustaría ver a Sethler en tres años?
Los tres años que me han traído hasta aquí desde Batalla han sido impredecibles así que tampoco puedo prever cómo serán los siguientes. Pero puestos a soñar, a Sethler me gustaría verle tocando por todas partes, llenando sitios grandes con gente que coree sus canciones. Si eso pasa, no tengo dudas: volveré a grabar un disco, a sacarlo y a rodar media docena de videoclips. Eso no va a cambiar porque me lo paso de maravilla haciéndolo.
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