La decisión de Ricardo Lezón de comenzar su carrera en solitario, después de seis álbumes con McEnroe, no parecía convencer a casi ningún fan de la banda de Getxo. Sin embargo, tras la presentación de Esperanza, su primer disco firmado con su mismo nombre, en el Teatro Lara de Madrid la opinión de los seguidores ha cambiado.
Ricardo Lezón ha dejado atrás las intimistas melodías para abrir un gran hueco al sonido de las guitarras, algo que al principio chocaba por la falta de costumbre en sus melódicas letras, pero que, sin embargo, se hicieron las grandes protagonistas del concierto que ofreció en Madrid, dentro del ciclo de conciertos SON Estrella Galicia.
Arena y Romero, Ella Baila, Chet Baker o una preciosa Manuel, dedicada a su padre, resonaron en el frío escenario madrileño, que no tardó en entrar en calor gracias a las caricias de la voz de Ricardo Lezón.
Con gorra y barba desarreglada, con un estilo más desaliñado, apareció Ricardo, algo nervioso. Dejando atrás el aspecto de chico bueno de aquel chicarrón del norte que sonreía tímidamente en las primeras portadas de McEnroe. Ricardo Lezón ha decidido ser un poco más malote, más gamberro, y no solo lo demuestra con su aspecto físico, también con sus melodías, más cañeras, más guitarreras.
Eso sí, sin perder esa sensibilidad y olor nostálgico que dejan impregnadas sus canciones. Ricardo es un tipo sensible, se le nota, no solo en su delicadeza a la hora de componer, en la forma que deja salir la poesía por su boca, también en saber conceder importancia a los momentos que lo merecen y la presentación de su primer disco en solitario no era menos. Por eso, el público del Teatro Lara, no solo se emocionó durante el concierto, también se divirtió y soltó alguna carcajada al ver a unos desorientados músicos que salían y entraban del escenario por las confusas indicaciones del vocalista, que confesó su gran estado de nerviosismo por la tarea que tenía encomendada aquella noche.
Una noche, que empezó con la extrañeza del público al oír los nuevos sonidos que traía Ricardo, tal vez, de primeras, un poco decepcionados al comprobar que la separación de McEnroe había dejado un poso de normalidad en sus canciones, pero que terminó con unos seguidores rendidos ante la voz, la sensibilidad de las nuevas letras y un espectacular juego de guitarras, que, sin duda, ha traído un nuevo aire mejorado a esa sensibilidad de las canciones, que Ricardo Lezón sabe hacer tan bien.
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