Pau Durà (Alcoy, Alicante, 1972) es el director de Formentera Lady, película que hoy se ha presentado al público y que compite por la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga de Cine en español. Es una de las más esperadas, pues su carta de presentación cuenta como cabeza de cartel con uno de los grandes del cine español: José Sacristán. La cara de Pau Durà te suena bastante porque ha trabajado mucho tanto en cine como en televisión, entre muchas otras, en El príncipe, Krámpack, Crematorio, Periodistas o la afamada 7 vidas, donde asegura que conoció a uno de sus mejores amigos, Javier Cámara. También ha hecho cortos y dirigido teatro. Con cierto aire nostálgico en sus palabras y una gran curiosidad y pasión por el cine, Pau Durá nos habla de su ópera prima: Formentera Lady.
¿Qué has querido contar con esta película?
Formentera Lady cuenta la historia de un músico que llegó a la isla de la Formentera hippie de los años 70 y que sigue allí, tocando el banjo en un garito y viviendo de una manera hippie. Vemos cómo la llegada de un nieto le trastoca su manera de estar en la isla. Su vida entra en caos porque tiene que hacerse cargo de él. Contamos un viaje interior, el de este hombre hacia ciertas sombras de su pasado, a decisiones tomadas, que no han sido demasiado luminosas, que le han llevado a donde está. Es un viaje que no deja de ser esperanzador y crepuscular, ya que el protagonista, José Sacristán, es mayor, es un viejo hippie, y también iniciático, puesto que con él aprende ciertas cosas.
¿Por qué decidiste contar esta historia?
La historia nació de mi paternidad, yo estaba a punto de ser padre hace 8 años, un verano en Formentera, donde estaba pasando unas semanas previas al parto de mis gemelos. Empecé a pensar en la relación entre la responsabilidad de la paternidad, un cambio tan grande en la vida de alguien, y la libertad de esos años en la Formentera de los hippies. Quería buscar ese conflicto, cómo se lleva eso. Y empecé a pensar en la historia de este hombre, que no fue padre en su día porque su hija y su mujer, cuando la niña tenía 6 años, se fueron a la península, él se quedó solo y, ahora, al cabo de unos años, la hija viene y le dice que se tiene que ir y que necesita que cuide de su hijo durante un tiempo. Al final la trama es una excusa para contar ese viaje interior del protagonista a esas sombras en aquel paraíso que él vivió y que ha seguido viviendo. Para mí una de las claves fundamentales de la película es la nostalgia. Kundera definía la nostalgia de una manera que a mí me ha seguido siempre con el tiempo: “El dolor por la imposibilidad del regreso”. Ulises fue el primer nostálgico. Es algo que siempre me ha rondado en la escritura de esta historia y en su realización. Este hombre parece que ha vivido alejado de esa nostalgia, vive sin luz, ha mirado siempre hacia delante y ahora este acontecimiento que le provoca la película, le sumerge en una nostalgia que él creía que había superado, pero que no, en el momento en el que él dejó que se fuera su mujer y su hija, y él se quedó allí. El concepto de nostalgia controla mucho la historia. Yo hablo de las cosas que conozco, creo que hay que escribir sobre cosas que conoces o te conmueven.
Suena al discurso de utopía perdida.
Ese paraíso perdido, pero también me pregunto en la película, ya que no hay respuestas en ella, si ese paraíso no se le habrá convertido en una cárcel para él. Hay una ex amante que le dice: “Te has convertido en otra isla más pequeña dentro de esta isla grande”. Puede que el espectador se piense que ese refugio suyo sea una huida, el huir de esa nostalgia, de ese paraíso. El huir en ese momento en el que el paraíso se deshace, cuando el hippismo se acaba y también huir de ese paraíso en sí, de la libertad más absoluta, a lo que se une, además, la vejez. La edad nos hace ser más nostálgicos. Y otra frase que siempre me acompaña es que “nunca es tarde para deshacer las certezas que tenemos”. Un tipo que ha vivido tan al margen de la sociedad y de las responsabilidades familiares, ahora tendrá que luchar contra esa barrera, contra esa incapacidad. La película trata de esa lucha de él contra una responsabilidad que nunca fue. Es un hombre haciéndose cargo de alguien, cuando a duras penas se ha hecho cargo de él.
¿Y el título?
Formentera Lady es una canción de la banda de rock progresivo King Crimson, que todavía sigue en activo, con Robert Fripp, uno de los grandes guitarristas. Tienen un álbum que se llama Islands (1971), que tiene que ver con una estancia de ellos en las islas en los años 70 y Formentera Lady es uno de los temas de ese álbum. El personaje de José Sacristán, que es músico, conoció a Robert Fripp o Peter Sinfield y él dice que ayudó a escribir ese tema.
¿Por qué José Sacristán para el papel protagonista? ¿Cómo ha sido trabajar con él?
Para mí uno de los momentos más importantes del proceso y de mi vida fue cuando le pasé a José Sacristán el guion y a los dos días me llama y me dice ya está aprendiendo a tocar el banjo, porque el personaje toca el banjo. Ha sido un compañero de viaje fantástico, implicadísimo. Me encanta la implicación de todo el equipo. Hemos conseguido que todos amasen y confiasen en la historia lo mismo que nosotros y Pepe, al frente de ellos, ha sido el faro. Y el trato humano de él, aparte del profesional, que ha hecho que todos le amen. Cuando se acaba el rodaje y él mismo te dice: “He sido feliz durante este mes y medio de rodaje, de tanto trabajo”, para mí es un regalo.
Y, a pesar de ser de Chinchón, de la meseta, es un tío muy mediterráneo y la historia necesitaba eso, la meridionalidad, el semitono, no existe la tragedia, no existe la comedia, es una película que usa el semitono, lejos de los fuegos artificiales. Pepe es uno de los actores perfectos para eso, para conjugar el drama de la trama y el humor que desprenden esos personajes que se ven envueltos en ella.
¿Cómo es Formentera como escenario? Durante un tiempo Ibiza y Formentera fueron casi un concepto, de libertad, etc. ¿Cómo lo has encontrado?
Yo conocía la Formentera de hace 10 o 15 años, ahora está todo mucho más masificado, voy mucho menos, no es lo mismo. Pero el rodaje de la película me ha dado la posibilidad de conocer Formentera en invierno, que es cuando aún conserva ese espíritu de la Formentera hippie de los 70. Yo creo que sigue siendo un lugar de encuentro, de gente de diversos lugares que van a buscar refugio o libertad. Hay una Formentera todavía que tiene esa libertad.
Este es tu primer largometraje, ¿verdad?
Sí, hice una tv movie larga, con guion mío, pero para televisión, además de cuatro cortos.
¿Y qué tal tu ópera prima?
Bien porque he llegado tranquilo, a pesar de todas las dificultades de levantar un proyecto y rodarlo en el tiempo que se tiene. Con la experiencia de estos últimos diez años como actor, es mi medio, lo conozco bien. También he llegado bien rodeado, con muchos amigos y con gente muy cómplice. Creo que he conseguido contagiar la confianza en esta historia a todos los que han estado alrededor, algo que es muy bonito.
¿Cómo es verte a los dos lados de la cámara, como actor y director?
Yo creo que llego a la dirección, no desde mi punto de vista de actor, sino como espectador, cinéfilo, lector. Es decir, yo cuando llego de hacer una función o de trabajar en una película o en una serie, llego a casa y me apetece sentarme con mis hijos, con mi mujer y tomarme una cerveza. Si llego del cine, sí que quizás me interesa sentarme a escribir, a idear algo. Mi oficio de actor me da la libertad o la tranquilidad de saber de esto algo por trabajar en este medio mucho tiempo, pero llego desde otro lugar.
¿Cómo fue empezar con la popularidad de una serie como “7 vidas”?
He trabajado en muchos proyectos y ninguno ha sido con un éxito muy evidente. A mí 7 vidas me dió la oportunidad de conocer a algunos de mis mejores amigos actualmente, como Javier Cámara. Pero todo es aprendizaje y, a medida, que te vas dando hostias vas aprendiendo.
¿Te ves más de actor o de director?
No lo sé, yo sigo siendo un tío que me dedico a hacer de actor cuando me llaman, cuando no, me busco yo mis propios líos (he dirigido teatro también…). Puedo pensar que soy un culo inquieto. Porque si no, no haría esto. Me interesa la creatividad. Pienso que cuando era un niño y me subía a un escenario, me movía una cosa, que luego, en un momento dado pierdes de vista porque se convierte en tu oficio, y pierdes de vista esa ilusión, pues yo la acabo de volver a encontrar ahora. Con la escritura y la dirección he vuelto al niño que juntaba a amigos para subir al escenario en el colegio de los Salesianos en mi Alcoy natal. A mí la crisis de los 40 me llevó a esto, a querer volver a sentir eso que sentía cuando era un chaval y lo estoy consiguiendo.
¿Cuáles son tus referentes cinematográficos?
No sé si se verá en la película, pero a mí siempre me ha interesado mucho el cine italiano, el cine más mediterráneo por esto del semitono, por la mezcla del drama con la comedia o el humor que se desprende del drama. No creo en los dramas absolutos, nunca me daría por escribir eso, siempre encontraría el motivo por el que reírnos, con la ironía. Y eso lo heredo de haber visto películas, de haber visto a Mario Monicelli, Ettore Scola… Mastroianni para mí es el referente del semitono, al igual que el cine europeo o el cine francés. Me interesa mucho el cine rumano de ahora o el cine independiente americano.
¿Podríamos decir que existe un cine mediterráneo?
Hay algo que une a eso, que igual no es mediterráneo. Chéjov para mí es un autor muy mediterráneo y es ruso. Sé lo que no es. Es un cine en el que hay más preguntas que respuestas, hay más dudas, más ligereza, incluso en el drama. Chéjov hace dramas que son ligeros porque los personajes dudan mucho y te puedes reír con ellos. Hay algo que une a ese cine, que a mí me interesa, igual está en Alexander Payne, que es americano, que en Nikita Mijalkov, que es ruso. En cierto cine rumano, en Éric Rohmer en Francia o en los hermanos Dardenne y en los italianos, en Scola, o aquí en Berlanga o Ferreri.
¿Estás preparando algo más?
Sí, tengo un proyecto más gordo, de este tipo de películas de personajes. Es un proyecto de una película más europea, el guion ha sido ayudado por Europa Creativa Media, se trata de una película pequeña, pero europea. Es una road movie desde la Albufera valenciana hasta Rumanía de dos tipos que se van en un coche hasta el Mar Negro.
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