Berlín, año 2012, pero podría ser también 1960 o los 80. Berlín no es más que el escenario por el que transcurren una serie de personajes caricaturescos propios de ninguna época. Pertenecen a ese colectivo de personajes que te cruzas a las 7 o a las 9 de la mañana, cuando sales de cualquier antro con un fogonazo de luz en la cara, o que te encuentras en la barra de un bar o en una fiesta sin sentido de cualquier edificio, de cualquier ciudad, de cualquier año. Ese tipo de personas que no envejecen, no desaparecen, sino que van dejando su legado nocturno con sabor a whisky generación tras generación.
Oh Boy está inspirada en la actualidad, pero podría estarlo en el pasado, sus bares decadentes, sus personajes trasnochados pueden pertenecer a cualquier tiempo. Toda la historia transcurre durante una sola noche, eterna, pero una sola. Y a través de un personaje, Niko Fischer, joven, pero cansado, con aspecto desolado, pero con curiosidad por el mundo que le rodea. Igual lo podemos ver fumándose un cigarrillo sentado en la ventana de su desangelado piso viendo la vida pasar, como si ya nada tuviese remedio, que paseando en coche por la ciudad, mirando impactado por la ventanilla los edificios y las calles de su barrio de siempre como si fuese la primera vez que aparecen ante sus ojos.
El protagonista de la alemana Oh Boy es El guardián entre el centeno, es un ator (mentado) cualquiera del siglo XXI, es un desconocido entre la multitud en mitad de la noche. Pero sin esos tintes pesimistas, lastimeros, quejicas, víctimas de la sociedad que abundan entre los ators actuales. Niko sabe ver a su alrededor, sabe reírse de su buscada mala suerte, sabe escuchar a un viejo borracho que se le pega en la barra de un bar, tiene la sensibilidad suficiente para abrazar a la abuela solitaria de un camello, es capaz de negarse a tirarse a la marginada de su colegio en el baño de un teatro alternativo de Berlín.
A lo largo de la noche en la que transcurre la primera película de Jan Ole Gerster se dejan ver todo tipo de seres caricaturescos: una niña gorda recién salida de un campamento para obesos, un hipster trasnochado, un niño-camello, un vecino encerrado en el sótano de su casa para no hablar con su mujer, un viejo borracho que dice la verdad, un amigo vividor o un padre cansado de pagarle la vida a su hijo. Personas desconocidas que hablan idiomas desconocidos y que una noche cualquiera de una época cualquiera coinciden en un Berlín precioso, acompañados de jazz, alcohol y drogas. Una serie de personajes entre los que Niko intenta fallidamente pertenecer a algo. Oh Boy es la búsqueda del sentido de pertenencia que se antoja literalmente imposible, al igual que conseguir un café en mitad de la noche berlinesa.
Con una fotografía en blanco y negro espectacular, esta película consigue que el espectador, esperando ver la historia de un joven inconformista deprimido más, se sorprenda con su irónico sentido del humor y la personalidad de todos y cada uno de sus personajes.
httpv://www.youtube.com/watch?v=OHrZtRt5EKc
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