Nick Cave sale al escenario como si fuera a cazar a Moby Dick. Cargado de energía y furia, se hace con el escenario con dosis de mesianismo suficiente para pedir al público que siga la aspereza de una música que no hace prisioneros y a cambio se entrega a él, literalmente, dejándose sostener por un mar de brazos alzados transmutado en mascarón de proa en busca de su ballena.
Si hace unas semanas dábamos cuenta del paso de este australiano por la fría Helsinki, ahora le ha tocado trasladarse al sur de Europa en una noche de viento despendolado –fucking windy, decía él– en el Cala de Mijas Fest, el festival organizado por primera vez en este enclave de la Costa del Sol. Nick Cave and The Bad Seeds, parecen empeñados en mantener una batalla particular por los sonidos clásicos del rock’n’roll y el blues más intenso y fundirlos con un apocalipsis bíblico lleno de imágenes de exceso y ternura. Y van ganando esta pelea, con ese aire indómito con el que se plantan en el escenario, como el del veterano Warren Ellis, el más carismático de la banda, con aspecto de ermitaño que abandona su retiro para participar en un concierto con aire de ritual embravecido por el ritmo. Así que la banda corta el viento que les azota de cara, porque ellos nadan contracorriente, dando a los asistentes esa agradable sensación de no saber muy bien el tiempo en el que habitan durante las dos horas de brega.
Salir entonando la airada Get Ready for Love ya es una declaración de intenciones. Cave se decide desde el minuto inicial por buscar entre el público a sus aliados. Revisa casi uno por uno a los de las primeras filas, les mira a los ojos, les toca, los abraza, incluso, se deja caer sobre ellos, sabiendo que le sostendrán. Les canta There she goes, my beatiful world, otro tema de esa maravilla de trabajo que es Abattoir Blues (2004). A veces entona temas para volver a los ochenta en sus primeros elepés, como From Here to Eternity o Tupelo, en otras se deja llevar por el piano y una sensibilidad de enorme calado, como en Waiting for You o Bright Horses.
The Chemical Brothers
Cave recoge elogios tanto de los que aman su música como de los que alucinan con un show clásico y total, aunque no sean especialmente fans. Con un traje azul y camisa blanca da patadas al aire, se enlaza a los brazos alzados del púbico, se sienta al piano en busca de paz y recoge el aplauso general. Into my armas, canta al piano y corea el público. Nick Cave, genio en la fría Helsinki y en la hedonista y cálida Costa del Sol, desgrana su música violenta, indomable y tierna, el sonido de un animal herido.
El Cala de Mijas Festival tuvo en su segunda sesión una descarga de electrónica que contrastó con el rock del cantante australiano y sus Bad Seeds. Si con él el público pudo llegar a retroceder hasta los ochenta, en otro escenario, Kraftwerk le llevaba hasta los setenta. A ver, nada nuevo en la presencia del cuarteto alemán. Cuatro teclados, trajes de factura retrofuturista y pantallas escupiendo computadoras, coches y robots en 3-D. Kraftwerk sonó algo bajo para el festival, pero demostró por qué sobrevive pese a los años e interpretó todos sus clásicos, The Model, Autobahn, Radioactivity, Tour de France… y una magnífica y bailable The Robots. Una nueva lección de los creadores de la fusión de electrónica y universo pop que tanto juego ha dado, como si los Lumière explicaran el cine.
Kraftwerk
Sin apenas tiempo para el cambio, en otro escenario aparecieron los alumnos aventajados de los alemanes. Los británicos The Chemical Brothers lanzaron una de sus habituales y contundentes descargas. Quizá lleven demasiado tiempo con la misma receta. Pero da igual. Es empezar a sonar y ante ellos se pone a saltar todo dios. Comenzaron con uno de los temas de sus inicios, Block Rockin’ Beats, que saltó allá por los noventa, y siguieron con una serie espectacular que incluía Go! o MAH hasta llegar pronto a Hey Boy, Hey Girl, todo un himno de la electrónica, uno de los gritos que levantan cualquier festival por muy apagado que pueda estar.
En esta ocasión, los potentes visuales del grupo no fueron quizá tan efectistas como en lo shows de los últimos años. Demasiado pop, quizá, aunque también en la mitad final del concierto utilizaron algunos de los más oscuros y efectistas, con una sucesión de hits que llevaron en volandas al público hasta terminar con Galvanize.
Cala Mijas Festival
Y si el púbico quería una muestra del respaldo de la electrónica al servicio del pop más divertido y bailón no tenía más que cruzar el recinto hacia otro escenario y moverse al ritmo de Hot Chip, una de las propuestas más divertidas del festival. Over and Over, Ready to The Floor y una consistente versión del Hung Up de Madonna fueron algunas de las credenciales de exquisita factura de este combo synthpop. Si alguien se topa con ellos en un festival, que se acerque a verlos sin duda si le gusta bailar, porque de eso se trata su propuesta, aunque los horarios y coincidencias de esta y otras citas hacen que ocurra lo que pasó en Cala de Mijas, tener la mala fortuna de elegir entre ellos y una propuesta distinta pero también eficaz como la de El Columpio Asesino.
Galería de imágenes del festival:
Imágenes cedidas por Andalucía Big Festival.
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