Massive Attack sacó la batería política a relucir en el concierto del Palacio de Vistalegre de Madrid. Para ello cogió su mítico “Mezzanine” (1998), lo mezcló con la nueva era de la manipulación a través de imágenes y eslóganes y revitalizó así los sonidos oscuros del disco en su XXI aniversario, una fecha rara para celebrar pero que es el leitmotiv de su actual gira. Hubo algo de ‘ya os lo dije’ en el concierto, porque la amenaza tenebrosa a la que se refería el grupo a finales del siglo XX se ha confirmado, y de qué forma, al concluir la segunda década de este siglo.
El concierto de Massive Attack en Madrid, que tuvo lugar el 17 de febrero, dio una vuelta de tuerca al disco citado ofreciendo entre sus temas versiones que daban una nítida pista sobre las influencias del grupo, con canciones como 10.15 Saturday Night de los primeros The Cure o la vigorosa y poética Bela Lugosi’s Dead de Bauhaus.
Si algo muestra esta revisión de “Mezzanine” es la relación entre la música y las imágenes, fruto de un montaje endiablado en el que distorsionan las figuras que han marcado desde entonces el devenir político, con Trump y Putin mezclando sus rostros, un Tony Blair con aires de panoli tocando la guitarra o Britney Spears desesperada por perder sus gadgets tecnológicos.
La muerte en Afganistán o en una calle oscura de una ciudad cualquiera se cruzaban con bailes tradicionales de una sociedad feliz a la que algunos buscan retornar a través de eslóganes que se sucedían en la pantalla tan simples como intimidantes y a la postre reaccionarios, y que han triunfado, como Make America Great Again, con el que Trump se impuso, o Take Back Control, que ideó el gurú Dominic Cummings para dar la victoria al Brexit. Sin olvidar otros que parecían olvidados como el Cara al Sol, que amenaza con regresar del basurero de la historia en el que merece permanecer.
Aparecían en las pantallas rostros temibles, como un pensativo talibán mirando al público, acompañado en otros momentos del espectáculo a iconos pop, como la pose de Boney M o la desesperanza grunge de Kurt Cobain. Había parejas felices bailando en blanco y negro que daban paso a imágenes de una brutal pelea en una discoteca, mientras el grupo recordaba la manipulación de datos o la falsa felicidad que otorgan los antidepresivos.
Música, imágenes y luces sirvieron para dar cobijo a un concierto oscuro y tenso, donde los músicos apenas eran perceptibles y la luminosidad corría a cargo de la voz de Elizabeth Fraser, que se subió al escenario en determinadas canciones y que tuvieron su máxima expresión en una espectacular Teardrop.
Massive Attack (que afrontaba su cita en Madrid tras la espantá del último Mad Cool en el que se negó a tocar por interferencias de sonido con otras bandas) empezó su concierto con una versión de I found a reason de The Velvet Underground acompañada de imágenes de un futuro radiante que daban un tono onírico a ese pedazo de historia transcurrido en los últimos 21 años y al que el grupo dio carpetazo con el segundo tema que interpretó, Risingson, este ya sí una de los clásicos de “Mezzanine”.
A partir de ahí llegó la riada de trip hop (etiqueta de la que reniegan), con su ritmo hipnotizante, sus interferencias de fondo, las súbitas explosiones de sonidos distorsionados, la voz susurrada del líder de la banda, Robert del Naja (¿pero este tío es Banksy o no?, se preguntaba el personal). Apareció también la presencia imponente de Horace Andy, cuyo reggae See a Man’s Face también sonó, recordando que este ritmo jamaicano fue una vez máxima expresión del underground británico, a la que se rindió hasta el punk más rabioso.
Especialmente vigorosa fue la interpretación de Inertia Creeps o, enfilando hacia el final del show, de Angel. Terminaron con una intensa dosis de sonido y luz a través del tema Group Four, que supuso un abrupto final que dejó al público con ganas de más. Quizá con ganas de escuchar hits de otros discos, como Unfinished Sympathy o Paradise Circus. Pero esta era la noche de “Mezzanine”, el disco con el que Massive Attack se apuntó a ser historia de la música, colofón del siglo XX y aviso del XXI.
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