Almodóvar se hace mayor y su cine también, ahora es mucho más reflexivo, menos sorprendente. Sus últimas películas ya prescinden de esos giros de guion, de esos peculiares personajes secundarios, de esas alocadas tramas, de esa provocación tan suya que hacían tan fantásticos sus estrenos.
Madres paralelasno hace más que corroborarlo, tras la que rotundamente confirmó esta madurez en la forma de hacer cine del manchego: Dolor y gloria. Madres paralelas carece de todos esos adornos efectistas que hacían tan particular y fascinante su cine y cuenta una historia que, aunque está muy correctamente contada, le falta emoción.
Aunque cada plano que compone es una auténtica pintura y sus decorados, un placer para la vista, poder observar esas obras de arte que son las casas de sus personajes y el cuidado vestuario de su protagonista, Janis (Penélope Cruz) es puro placer, Madres paralelas parece estar narrada en tercera persona y no sufrida/vivida por algunos de sus personajes.
Penélope Cruz está radiante, bella, auténtica en cada gesto, en cada acción, sin embargo, a su compañera de reparto, Milena Smit, le delata, en ocasiones, su recién estreno en el cine. Tanto el personaje que encarna Rossy de Palma como el de Israel Elejalde también quedan un poco desdibujados y, a veces, planos. A pesar de que la memoria histórica está metida un poco con calzador en esta historia de dos madres, tienen algo en común las dos tramas, que, creo, es el mensaje principal de la película y lo que mejor regusto me ha dejado de ella: esa vuelta al pasado para curar el presente, la sanación de las heridas a través de la comunicación, el reconocimiento, el respeto y el ansia de superación y la mirada puesta en el futuro con esperanza como antídotos contra el dolor.
Hay buena parte del público que echa de menos al Almodóvar de antes, pero también es cierto que hay que aceptar el paso del tiempo y la evolución de cada cual, incluso la de los artistas, aunque esta nos afecte más, aún así, sus estrenos siguen suscitando intriga y siguen llevando al público al cine a verlo el primer viernes, a pesar de todo, sigue siendo fiel.
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