Hoy despedimos 2017, un año ecléctico, políticamente intenso y a nivel cultural rico. Nosotros hemos querido despedirlo destacando lo mejor que ha ocurrido en el ámbito de la música, la literatura y el cine, por supuesto, desde nuestro particular y subjetivo punto de vista y para ello hemos pedido la contribución de algunos de nuestros colaboradores. Aquí os dejamos nuestro particular resumen de lo mejor de 2017, con cierto aire melancólico, ese que suele desprender este día del año, pero también con muchas expectativas y ganas de ver, oír y leer lo que vendrá en 2018.
Música
Mejores discos
Por Paloma Campomanes
2017 ha sido un año de grandes discos. Los Planetas, Arcade Fire y The National volvieron a la carga después de largos silencios. Liam Gallagher se lanzó en solitario. Mujeres se pasaron al español. Cala Vento y Pablo Und Destruktion demostraron que se puede parir un disco al año sin que este apeste…
La pasada semana intentaba, de hecho, elegir canciones para una lista personal y se me hacía difícil hacer una selección comedida. Para mí ha sido un año ecléctico. Un año de quitarme prejuicios, de atreverme a probar y de sorprenderme a mí misma disfrutando de clásicos del jazz, de himnos northern soul, de garage sudamericano… ¡y hasta de ritmos latinos! Menos con el trap —entendedme, rozo la treintena y tengo alergia al auto-tune— lo he catado casi todo… o al menos lo he intentado. Por eso, escoger solo un par de discos que hayan brillado en 2017 me ha resultado casi misión imposible. Finalmente me he decantado por dos que suenan a añejo, en el mejor sentido de la palabra, pero que al mismo tiempo son un soplo de aire fresco. Aportan personalidad y elegancia a un panorama a menudo monocromático y ambos tienen esa esencia mágica… ese no se qué que qué se yo que se queda pegado como un chicle y obliga a pulsar el play hasta que la huella dactilar se borra. Denle.
Fogbound – Fogbound
Descubrí el directo de la banda antes que su primer LP homónimo. Y caí rendida. Estos gallegos suenan a la Inglaterra de los 60, a psicodelia y a romanticismo analógico. Si bien no han inventado la rueda, han sabido hacerla seguir girando con un gusto exquisito. Gazing at My Grave se erige sobre un teclado y una batería electrizantes que nos ayudan a entrar en ese trance teñido de colores que serán las 10 canciones del disco. Jane in the Shade, frágil y ligera, suena a los Beatles de Sgt. Pepper’s. Whimsical Girl, es un viaje magnético, una pieza onírica y vibrante que cierra la cara A y nos deja con ganas de adentrarnos en la segunda parte, donde Edward Devine rompe el hielo y abre la puerta a una inconmensurable Emotional Blackmail o a la contundente Imagine the End, broche de oro de este primer trabajo largo. Los norteños han recogido —¡y cómo!— el testigo del revival nacional y ahora recae sobre sus hombros la responsabilidad de seguir haciéndonos revisitar pasajes sonoros desde la frescura, la experimentación y el juego. ¡Larga vida a Fogbound!
https://www.youtube.com/watch?v=D2BoKiGemiE&list=PLuUHStYI3ip0ZlOBs0RjuUjciMJKVB2s4″ width=900 align=»center
Limboos – Limbootica!
Este cuarteto gestado en Galicia pero afincado en Madrid suena a rhythm & blues, a mambo, a swing, a rock exótico… Su música es un collage maravilloso con apariencia antigua pero la capacidad de innovar y sorprender. El vozarrón desgarrado de Roi y la potencia contenida de Daniela, batería, son, para mí, las grandes bazas de este grupo que en 2017 ha presentado su segundo álbum, Limbootica! 11 temas que destilan elegancia, clase y sonoridad. Para abrir boca encontramos I Don’t Buy It, donde bajo, batería y viento nos invitan a chasquear los dedos. Y ya no paramos en los treinta y tantos minutos que quedan. La instrumental y esquizofrénica Crazy Rumba introduce ritmos latinos en el combo mientras que Calypso Drunk, No Business Next to Mine o No Troubles, de alma negra, se mueven entre el rock y el soul haciéndonos dudar de si estamos en 2017 o en los 50. Un mix que funciona como un reloj y que, como el pan recién hecho, gusta a (casi) todos los paladares.
Mejores canciones
Por Sara G. Cortijo
Aunque han sido muchas las buenas canciones que han sonado en este 2017, muy rico musicalmente hablando, en SidesOut nos hemos propuesto el difícil ejercicio de únicamente seleccionar dos, por eso más abajo solo encontraréis un par de títulos. Aunque los tenía bastante claros, a la hora de decidirme sí que han pasado por mi cabeza otros títulos que han conquistado nuestros oídos este año. Maravillas como 13 Beaches, del precioso disco de Lana del Rey Lust For Life, I Dare You de los maestros The XX o el bailable 7 días juntos de La Bien Querida con Joan Miquel Oliver. Pero, finalmente, me he decantado por estas dos que siguen, ya que sino no podríamos llamar a este texto “lista”.
Islamabad – Los Planetas
Es tanto lo que condensa Islamabad en sus 7 minutos de duración. Es tanta su sabiduría, su mensaje, su activismo político, su crítica social, su actualidad, su belleza. Melancolía en forma de notas para ofrecer un viaje onírico por el universo, para flotar por encima del globo terráqueo, para tomar perspectiva y hacer una estratosférica radiografía de este mundo loco en el que vivimos. Un bucle infinito para escuchar en loop sin cansarse. Con esa base trap tan pegadiza que le han cogido prestada Los Planetas a Yung Beef (y parte de la letra de Ready pa morir), Islamabad es, sin duda, la mejor canción de Zona temporalmente autónoma, el último disco del mítico grupo granadino y, probablemente, de las mejores canciones de este 2017. Con ese aire de misterio, de debacle, de desesperación, de agonía, de comunión de la consciencia, de himno para el raciocinio, de reflexiones en voz alta en una especie de salmo eclesiástico. Larga vida a Los Planetas.
https://www.youtube.com/watch?v=REGAVqb23yE» width=900
Tú que vienes a rondarme – María Arnal i Marcel Bagés
Por su magia, por su ritmo contagioso, por su alegría, por su preciosa letra, por su capacidad de pegarse hasta el infinito, por la sencillez con la que habla de amor, por el olor esperanzador que desprende, por su optimismo, por la fuerza de la voz de María Arnal. Por su frescura, por su particular homenaje a la memoria desde la contemporaneidad, por la modernidad de su sonido, por la manera tan fantástica de actualizar la canción mediterránea, por la especial forma de hacer música de Marcel Bagés. Por convertirse en el himno de los soñadores, por ser un canto al amor, un homenaje a los pequeños detalles, a la inocencia, a la sutileza, a la vida. Por todo esto y por todo eso que despierta dentro cuando suena fuera, Tú que vienes a rondarme merece estar en el pódium de la mejor música hecha en este 2017 que despedimos.
Literatura
Por Luis M. Carceller
El año 2017 ha sido pródigo en expectativas por los grandes nombres de la literatura que han publicado. En el panorama internacional destacan Paul Auster con 4 3 2 1 o Zadie Smith con Tiempos de swing, además del descubrimiento para muchos lectores del rumano Mircea Cartarescu con Solenoide. En español han publicado, entre otros, Javier Marías con Berta Isla o Enrique Vila Matas con Mac y su contratiempo. De toda la cosecha, destacamos otros dos:
Los Mandible (2029-2047). Lionel Shriver. Una nación entera se hunde en el centenario del crack del 29. Shriver vuelve a mostrar el pulso a la realidad de Estados Unidos en una novela distópica que acompaña a la era Trump y que muestra un país confundido y a la deriva. Con él, la cultura occidental se va por el sumidero. Clases prácticas de supervivencia económica, política y existencial de la mano de la autora que ya deslumbró con Tenemos que hablar de Kevin.
El ferrocarril subterráneo. Colson Whitehead. La identidad de un pueblo forjada en la esclavitud y su huida hacia la libertad es el paisaje la violenta y bella nueva novela de Whitehead, uno de los más destacados representantes de la literatura afroamericana que está cambiando la visión del mundo de la tantas veces ensimismada novela USA. El ferrocarril subterráneo (premio Pulitzer y National Book Award) recrea como una mujer, último eslabón de una estirpe de esclavas, utiliza la mítica red para tratar de escapar de ese entorno de bajeza moral del siglo XIX, que continua siendo uno de los ejemplos máximos de crueldad humana.
Cine
Por Pedro Terrero
El sentido común debería decirnos que, si ya resumir el año cinematográfico personal a diez películas supone, por definición, un ejercicio de solipsismo poco realista (¿hay alguna manera de que no sea así?), limitar el listado a dos películas debería ser tarea imposible. Pero, al menos en mi caso, el reto propuesto por SidesOut no me supone tal, porque ya no existe una pugna en una carrera de fondo, sino que se trata de una fotografía de un sentimiento personal en el que los protagonistas son irreemplazables.
Porque uno habría hablado con un mayor conocimiento de causa si se hubiera visto todo Cannes, todo Venecia, todo Locarno, o Toronto, o hubiera buceado con mayor regularidad por los océanos del cine outsider, pero la tarea es extenuante cuando se trata de compaginarla con una vida llena de compromisos laborales y sociales. Por eso debemos dejar que sea el corazón quien hable, porque diez, o quince, o veinte, supone una ansia de orden en el caos y la inconcreción, y dos, sin preferencias, supone elegir desde la voluntad más sincera.
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Dunkerque (Dunkirk, Christopher Nolan, 2017)
Christopher Nolan, en su búsqueda obcecada de la totalidad espacio temporal por medio del montaje, ha construido en Dunkerque otro castillo de fuegos artificiales en el que se superponen (otra vez) diferentes tramas hasta confluir en el clímax de una película que nunca parece dejar de tenerlo. La película de Nolan me dejó con los nervios destrozados después de poco más de hora y media de tensión constante y física, en el que cada elemento visual y sonoro está cuidadosamente colocado para pulsar las teclas de la visceralidad en el espectador en el orden adecuado. Si es la película que más recuerdo de las que he visto estrenadas en 2017 es porque ha sabido encontrar en mí los miedos más atávicos mediante una propuesta cerebral como sólo Nola sabe ejecutar.
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Maudie, el color de la vida (Maudie, Aisling Walsh, 2016)
Ya desgrané en su momento los sentimientos que en mí despertó esta película tan contenida en su forma como enorme en su interior. Maudie es una excelente lección de economía narrativa, con una trama sencilla habitada por dos personajes protagonistas de una riqueza que se gana enseguida el corazón del espectador. Es una película que duele y que hace nuestro el sentir de la mujer que da nombre a la película, donde la belleza se vive en un paroxismo arrebatado, ajeno como lo siente ella a la cruda realidad.
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