En la obra de Jörg Immerdorff tiene presencia toda la pintura alemana del siglo XX, desde el furioso expresionismo hasta la herencia del arte como expresión política radical. No en vano, Jörg Immerdorff (Bleckede, 1992-Düsseldorf, 2007) estudió en la Academia de Düsseldorf, considerada en los años 50-60 como el semillero del arte más vanguardista. El artista alemán tuvo problemas con su primer profesor y luego cayó en las manos de Joseph Beuys, uno de los artistas más carismáticos de la segunda mitad del sIglo XX, antes de ser expulsado del centro por sus acciones cercanas al dadaísmo y su radical activismo izquierdista.
De esa época parte la retrospectiva Jörg Inmmendorff: la tarea del pintor que se puede ver en el Museo Reina Sofía hasta el 30 de abril y que deja patente la evolución de un artista que pasó de la protesta al análisis de la división de Alemania, para, una vez reunificada, mantener el cuestionamiento del mundo del arte y terminar con una etapa oscura que coincidió con la aparición de su enfermedad. En su trayectoria se percibe la evolución de buena parte de la izquierda europea de la época, aquella que se inició con revueltas para diluir después sus ímpetus.
Wo stehst du mit deiner Kunst, Kollege? (¿Donde te sitúas con tu arte, compañero? ),1971
Su primera etapa está influenciada por el cómic, cuya técnica utiliza incluyendo textos en sus dibujos apresurados por la acuciante necesidad de comunicar un mensaje combatiente y cuestionar con osadía el ensimismamiento del mundo del arte. “Donde te sitúas con tu arte, colega”, dice uno de los cuadros en los que un manifestante irrumpe en el estudio de un pintor en cuyo estudio cuelga un cartel con los estilos en boga en la época.
A partir de ahí, aparecen todos los iconos de la izquierda de los sesenta, desde la guerra de Vietnam hasta la lucha contra la herencia nazi, la olvidada relevancia de la clase obrera en la Historia cantada por Brecht o la necesidad de un arte de combate. “Dejad de pintar”, clamó desde una de sus obras del mismo título.
Pero también sus primeras obras toman como referencia una serie de bebes regordetes que utiliza como protesta y de estos años procede el término LIDL, que nace de los primeros sonidos emitidos por los niños cuando aún no saben hablar.
Café Deutschland, 1978
Sus obras siguientes mantienen la política como eje temático, aunque de un modo menos combativo, o al menos con una dosis menor de dogmatismo. Toma como referencia en expresionismo de entreguerras para rematar su serie Café Deutschland. Con alusiones, incluso temáticas, a sus maestros, denuncia la división política de Alemania, pero atemperando su enfrentamiento con la línea oficial de la zona occidental para enfrentarse también al Gobierno comunista de la zona oriental. De hecho, su obra hace mención a todo lo que el expresionismo recogió en los 30, con Bertolt Brecht dominando la escena frente a un águila que sujeta una esvástica en un entorno de cabaret.
Este amor por la pintura de vanguardia en la confusa Alemania sobre el volcán de Weimar y el ascenso de Hitler se refleja en otras obras en las que, sin modestia alguna sobre su lugar en el arte, Immendorff se coloca en los cuadros a sí mismo junto a artistas como Duchamp, Dix, Kirchner o Beckmann.
Es en ese momento cuando se produce la caída del muro y la reunificación de Alemania e Immendorf, que tanto había tratado la actualidad de su país dividido, que había denunciado la miseria moral de ambas partes, se echa a un lado y deja la política como elemento secundario. De aquella época data la serie Café de Flore (1987-1992), en alusión al mítico café parisino hogar de intelectuales antaño y hoy reflejo de la ensimismada burguesía de la capital del Sena y de turistas buscando fantasmas de existencialistas.
En la serie lanza todo un imaginario narrativo en distintas capas. Se centra en figuras del arte y la literatura, tanto autores como personajes entre los que elige a marginales por los que siente afinidad. Al mismo tiempo, la paleta se vuelve más colorista mientras mantiene el gusto por un aparente caos en sus composiciones con multitud de narrativas en un mismo cuadro.
Estas alusiones a artistas se intensifican en el periodo final de su vida, cuando a Immendorff, a finales de siglo, le diagnostican esclerosis lateral amiotrófica. Sus cuadros se vuelven más oscuros y alegóricos, con obras tan enigmáticas como Cuadro con paciencia (1992) al tiempo que se ve obligado a desarrollar técnicas en su trabajo que le permita delegar parte de la obra.
Bild mit Geduld (Cuadro con paciencia), 1992
Finalmente, las alusiones a la muerte y a la metamorfosis se imponen como colofón a una obra que empezó con una torrencial muestra de arte apresurado en su factura por las urgencias políticas y culminó con una honda reflexión sobre el ser humano solo ante sí mismo. El joven que pedía a sus colegas que dejasen la pintura ofreció en su última etapa una reflexión sobre el arte y la existencia humana. Atrás quedaron la revolución y los artistas que, recordando aquel título de un libro de Daniel Cohn-Bendit, la quisieron tanto.
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