La poesía ha cambiado desde que dio sus primeros pasos con los bardos armados de la palabra para conquistar los oídos de aquellos a los que encontraban en su camino, hasta las mil formas en las que ahora se puede escuchar. Bob Dylan tiene un premio Nobel y los jóvenes de los suburbios entonan sus rimas a través del trap, con sus palabras duras, directas y soeces que han encontrado, quizá hasta sin quererlo, un extraño reconocimiento intelectual.
Pero hay algo que une toda la trayectoria de la poesía y a ese algo se aferra el actor Héctor Alterio en el espectáculo que se puede ver en los Teatros del Canal de Madrid hasta el domingo, 13 de octubre. Quizá el trap quede muy lejos de su experiencia vital, pero Alterio sabe muy bien cómo es la magia del escenario y de la palabra y se retrotrae hasta el poeta ciego de La Ilíada. No en vano, el espectáculo se llama Como hace 3.000 años….
Para ponerlo en marcha, Alterio se sube a escena en compañía del guitarrista José Luis Merlín y entra de lleno en la poesía de León Felipe (Tábara, Zamora, 1884 – Ciudad de México, 1968), aunque da inicio a la actuación con el poema Preludio Contable del argentino Antonio Esteban Agüero, de cuyos versos extrae el título y la esencia homérica del espectáculo.
Alterio se posa ante un atril e interpreta los poemas con el sonido de la guitarra de fondo. Se reserva un sillón para descansar mientras Merlín tañe a solas las cuerdas de su instrumento. Una mesa austera separa a ambos con dos solitarios vasos de agua. El actor hispano-argentino, 90 años recién cumplidos, viste con una chaqueta negra que le está enorme y que preside un vestuario a la vez formal y descuidado. Y desde ahí entona los versos de León Felipe, en los que éste recuerda su vida azarosa y aventurera, el oscuro destino de los españoles, la hipocresía clerical, la justicia que reclama como Don Quijote o la altivez picassiana.
León Felipe fue un poeta con alma apátrida que se refugió en México tras la Guerra Civil sin olvidarse de España. Murió en aquel país en 1968, tras vivir el fracaso de mantener el espíritu de un gobierno republicano. En la Transición fue ensalzado como uno de los grandes del exilio, aunque, a decir verdad, parece que en México es mayor su recuerdo.
Héctor Alterio hizo el camino contrario y de Argentina (nació en 1929 en Buenos Aires) llegó a España. Aquí se instaló sin olvidarse de su país, donde ha rodado capítulos imprescindibles del cine en español, como la oscarizada La historia oficial (dirigida por Luis Puenzo en 1985) o la popular El hijo de la novia (Juan José Campanella, 2001). El actor, amenazado por el terrorismo de extrema derecha de la Triple A, salía de una Argentina que se encaminaba hacia una feroz dictadura militar en un momento en el que España se disponía a salir de otra.
León Felipe y Héctor Alterio cruzaron pues el charco en momentos distintos y en direcciones contrarias y de esa experiencia común surge el homenaje que le rinde el actor al poeta, que va mucho más allá de la anécdota vital y se hunde en el compromiso con la poesía y el dolor humano, la lucha por la justicia y el ansía de vivir como si de una aventura se tratase. De ahí la implicación emocional con la que Alterio da vida a los versos de León Felipe, al que presta su voz haciendo así realidad unos de sus viejos sueños.
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