Pocos son los que a estas alturas no han oído hablar de Guillermo Zapata, quien fuera a ocupar la concejalía de cultura del Ayuntamiento de Madrid hasta que saliese destapado ese famoso tuit en el que se mofaba de las víctimas del Holocausto. No voy a ser yo quien defienda o descuartice a este señor, pero sí me parece injusto que la carrera de alguien con su trayectoria se vea truncada por una broma macabra sometida al escrutinio implacable de lupa y hemeroteca. Contribuir a que la opinión pública tome perspectiva y temple sus juicios ante la figura de Guillermo Zapata es un reto demasiado ambicioso, por eso me conformo con descubrir una faceta desconocida por casi todos y barrida por la ola implacable de la polémica.
Conocía el trabajo de Zapata desde su primera incursión como realizador audiovisual. Hasta hace unos años, el guionista madrileño compaginaba su labor entre libretos de series de televisión como «Hospital Central» con trabajos en el mundo del cortometraje que dieron mucho que hablar y que contribuyeron a formar una imagen en mí sobre el potencial de este formato. Por eso también veo oportuno reivindicar la obra de quien hoy es defenestrado.
«Lo que tú quieras oír»
En 2005, Zapata escribió y dirigió el cortometraje «Lo que tú quieras oír», que ostenta el honorable mérito de ser el primer vídeo de ficción en superar las 100 millones de reproducciones, mucho antes de la fiebre de Vevo, mucho antes de PewDiePie y de toda la revolución viral post-esponsorización. ¿Y a qué se debe su éxito? Unos dicen que por su calidad, argumento poco sostenible por pura estadística; otros, por ser el primer cortometraje rodado con licencia Creative Commons, lo cual a la mayoría nos daba un poco igual. Lo cierto es que, en aquellos primeros años de noviazgo Google-Youtube, cuando uno escribía «Youtube» en el buscador aparecía siempre este vídeo como primer resultado, y eso sí pudo contribuir a inflar el hype artificial. En cualquier caso, «Lo que tú quieras oír» sigue siendo a día de hoy el único cortometraje español en superar ese número de reproducciones y el trabajo que dio a conocer a Zapata fuera de su labor anónima como guionista de series.
«Y todo va bien»
En 2008, Zapata dirige su segundo cortometraje, «Y todo va bien». Reconozco en este trabajo una influencia en mi manera de estructurar historias en formato corto. «Y todo va bien» sería otra tragicomedia más sobre la indeterminación de las comunicaciones virtuales y las válvulas de escape ante las realidades desgraciadas del primer mundo si no fuera por una dirección siempre al servicio de un guion lleno de matices y apoyado en un montaje fragmentado, que acelera y templa el ritmo según lo requiera cada escena. El uso de la voz en off, las pantallas virtuales, los «tics» de los personajes, la pochez maquillada con notitas de bossa-nova… «Y todo va bien» es una pequeña joya del cortometraje español por su propuesta, coherente y consecuente consigo misma.
«Spot»
Su último trabajo hasta la fecha es un cortometraje rodado para Notodofilmfest en 2009, en el que, con una soltura de trilero, se calza un giro de tono, género e incluso formato audiovisual en los últimos treinta segundos. «Spot» fue otra gran muestra del talento de un autor que poco a poco se fue diluyendo por el giro que él, a su vez, dio a su carrera.
Es probable que Zapata viera en el activismo indignado una forma de manifestación más interesante o enriquecedora, pero no seremos pocos los que no le perdonaremos si no vuelve a darle una oportunidad a su enorme potencial para contar historias en la pantalla. Quizá sea este el momento más adecuado para hacerlo.
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