Llegaron noticias de Berlín. La película 20.000 especies de abejas había sido laureada en el palmarés de la prestigiosa cita alemana. Nada menos que el premio a la mejor actriz para Sofía Otero. La niña interpreta en la cinta a Aitor, un niño trans que se siente niña y que quiere que le llamen Lucía. De narrar el impacto en su entorno familiar y la lucha por abrirse paso en una sociedad que no sabe cómo tratarla se ha encargado Estíbaliz Urresola Solaguren (Llodio, Álava, 1984), directora y guionista de una película que tras el éxito de Berlín (donde obtuvo otros dos premios) se alzó con la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga. Ahora llega a las pantallas de cines de toda España. Urresola ha estado este año también nominada a los premios Goya por su cortometraje Cuerdas, pero en esta ocasión no ganó, aunque sí obtuvo 2022 en reconocimiento en la Semana Crítica de Cannes (paralela al Festival) y en los premios Forqué. Credenciales no faltan, arrojo en el tema que trata 20.000 especies de abejas, tampoco.
¿Cómo puede afectar a la vida de la película el debate actual político y social de sobre la ley trans?
Espero que sea una afección en las dos direcciones. El hecho de que estemos en un momento histórico donde se aprueba esta ley y, al mismo tiempo, sea un tema que empieza a colarse en el imaginario social empieza a promover un posicionamiento que hace que la película pueda ser un reclamo. También lo puede ser para quienes quieran acercarse a conocer la realidad de otra forma y más allá de la polémica mediática. A través de otras herramientas, en este caso cinematográficas, la película pueda aportar algo de novedad para proponer otros escenarios, para poder generar, más que discusión y enfrentamiento, un dialogo y un acercamiento a una realidad.
¿La película se posiciona con claridad?
Claro, se posiciona a favor del respeto, de la tolerancia y de la aceptación de la diferencia como valor que proponen al conjunto del cuerpo social.
¿Cómo cree que una niña de diez años como la que protagoniza la película ve este debate? ¿Sabe qué está pasando en su entorno de adultos?
Creo que los niños en general viven al margen, afortunadamente. Seguramente, lo verían con más perplejidad que nosotros. Una de las cosas que he querido reflejar en la película es que en la fase de documentación del film vi que muchas veces son los hermanos, las hermanas, los compañeros de clase quienes lo comprenden, aceptan y, dan un paso adelante que a los adultos les cuesta. Y lo incorporan con mucha más naturalidad. Y una vez que hacen el cambio, no se equivocan más en utilizar el nombre o el género pasado, Y eso dice mucho de su capacidad de comprender y alojar muchas más posibilidades en sus imaginarios. Eso es algo que tenemos que aprender de los niños. Si estuvieran al corriente de lo que ocurre en la esfera política, mostrarían perplejidad y se preguntarían dónde está el problema.
La película introduce un personaje trans dentro de un mundo familiar y tradicional de costumbres rurales ¿Cómo afecta a este entorno la entrada de esta nueva cuestión?
En el momento de estar ideando la película, una de las familias clave que pude entrevistar me dijo que la vivencia y el acompañamiento del niño trans en la familia había sido un regalo. Me lo dijeron en 2018, un momento distinto al que vivimos ahora. Esa expresión tan contundente me pareció muy novedosa, porque nunca, cuando hablamos de narrativas de personas trans, lo enfocamos desde lo positivo que pueden aportar. El tránsito lo habían tenido que vivir más bien todos los demás, no tanto el niño, que era quien era. Eso fue un momento clave para la película. En anteriores trabajos ya había hablado de identidad de género siempre en un contexto familiar. Todo eso me parecía como el magma que me interesaba tratar, como la infancia trans puede aportar algo a la familiar, como puede ayudar a dinamitar inercias viciadas dentro de la familia.
Estíbaliz Urresola, en una calle del centro de Madrid.
¿Qué les diría a los sectores más conservadores que hablan de burbuja trans? ¿Les invitaría a ver la película?
Me encantaría que viniera a ver la película. Una de las cosas que me han resultado más evidentes en este proceso es que la sociedad pone muchas resistencias y muchas trabas a estas personas de tan corta edad. Y a las adultas también. No creo que haya nadie que elija el camino más difícil por capricho. Vivir en esta sociedad ya es complicado, incluso para los que adoptan los roles más establecidos, como para encima tener que luchar también contra eso. No creo que nadie emprenda esas luchas siendo tantas las trincheras que tienes que pasar como para pensar que es un capricho o una ideología que alguien pueda inculcar en otras personas. Es algo que tenemos que escuchar y observar cuando se expresa con tanta rotundidad.
Casi todos los personajes de la película son mujeres ¿Cree que desde la idea de lo femenino se comprende mejor que desde la de lo masculino?
Afortunadamente está cambiando mucho. En las primeras entrevistas que yo hice a las familias en 2018 es verdad que solo venían las madres, pero en las últimas en 2020 me di cuenta de que la sociedad estaba cambiando mucho y empezaron a aparecer muchos padres. Que en la película haya elegido mas personajes femeninos tiene más que ver con el hecho temático de querer explorar cuando a una niña trans se le dice que es demasiado joven para saberlo. Es como si los adultos supiéramos perfectamente qué es ser una niña. Me permitía indagar un poco en esa idea de qué es ser una mujer, si es que es ser algo; que en el fondo para mí no es nada, es un concepto, algo irreproducible, una idea, un símbolo y una construcción. Reuniendo a estas mujeres de distintas generaciones, a las que también les ha costado luchar contra muchas normas de genero en sus momentos históricos, la idea era ver distintas formas de llevar el traje de mujer para hablar de esa diversidad, Y luego también que en una colmena, como es esta familia, predominan los individuos hembra.
¿Por eso la metáfora de las abejas?
Sí.
Sofía Otero y Patricia López Arnaiz, en un momento de la película.
¿El estilo naturalista de la película se inscribe dentro de alguna tradición del cine y por qué ha optado por él?
En mis anteriores cortos, pero sobre todo en Cuerdas, aparece ya ese estilo. Me interesa mucho la verdad y me apasiona cuando yo, como espectadora, me veo casi participe de una historia donde no hay artificio, el dispositivo se disipa y parece que no haya esa membrana que te separa de lo que estás viendo. Lo disfruto muchísimo y también es el cine que me gustaría hacer, un cine donde el espectador pueda estar formando parte de eso que ve y huyendo al mismo tiempo de un dispositivo de rodaje que embellezca demasiado.
¿Hay un cine nuevo por estilo o por temática? ¿Queda algo nuevo por rodar?
Ojalá que sí. Creo que puede haber algo generacional que tiene que ver con esa frontera entre los géneros. Me interesa ese pequeño guiño de que parezca a veces casi un documental. Hay muchos procesos en la película, como la fundición, la apiterapia, la apicultura que tienen también mucho que ver con ese tipo de registro. También el acompañamiento de los niños, sobre todo en la forma en la que he querido trabajar con ellos, me podía dar esa libertad que rompiera un poco los códigos clásicos de la ficción para poder volver a esa idea de desafiar los límites de los géneros cinematográficos. Hay elementos que empiezan a aparecer parte de una búsqueda y una reflexión.
¿Qué ha significado el Festival de Berlín?
Una centrifugadora total. Inesperado absolutamente. Fue una festival que nos acogió con mucho cariño, porque igual te imaginas una cosa supergigante y deshumanizada y luego te encuentras con las personas concretas que llevan el festival y te das cuenta de que también hay una amor por el cine, por las historias y por las personas. Luego, como directora te coloca en un foco muy potente que a veces da hasta miedo Y de cara al título puede llegar mucho más lejos de lo que hubiera podido de otra forma. Y eso es bueno, porque hacemos las películas para que las vea la gente.
¿Y Málaga?
Lo ha confirmado. Fue una acogida calurosa. Igual por la cercanía, el idioma o la forma de ser hubo mucha gente que después de la proyección se nos acercó en persona o por redes sociales a contarnos lo que les había movido dentro al ver la película. Ese feedback tan inmediato de la audiencia es algo impagable.
TOP 5 Una película: "La soledad", de Jaime Rosales. Un libro: "Apegos feroces", de Vivian Gornick. Una canción: Nik ez zaitut utziko (No te dejaré). Lourdes Iriondo. Un lugar: El silencio. Un sueño: Que repensemos colectivamente todos los modelos de producción para intentar sobrevivir en este planeta como especie el máximo tiempo posible
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