Desde la administración local se han hecho muchos esfuerzos en los últimos años por derribar ese eslogan que tan bien definía a la Costa de Sol en los años 70 y, la verdad, es admirable, pero todos esos intentos no se han quedado más que en eso, en buenas intenciones, pues el mayor reclamo que tiene esta ciudad, llamada Málaga, sigue siendo eso que hacía doler la boca de nuestros políticos, que no se cansaban de repetir y vender en las diferentes ediciones de Fitur: nada más que sol y playa.
Que sí, que traemos una sede del Pompidou al Muelle 1, creyendo que así se nos va a contagiar algo de la cultura parisina, y nos hacemos los modernos inaugurando espacios tan poco demandados por nadie como el misterioso museo ruso; tiramos la casa por la ventana en feria y hacemos tres cuarto de lo mismo o más en Semana Santa, derrochando a diestro y siniestro partidas presupuestarias injustificables, pero a la hora de la verdad, cuando se tiene una oportunidad de demostrar que en Málaga se apuesta por algo diferente, que aquí existe un respeto por la música independiente, se nos sigue viendo el plumero y a la mínima queja (imagino que al menos procederá de algún pez gordo que viva por la zona) se decide cancelar el 101 Sun Festival, un evento que, además de traer a la Costa del Sol más de 22.000 asistentes y generar más de 900 puestos de trabajo, fue capaz de hacer que bandas internacionales como Franz Ferdinand tocaran en nuestra ciudad el año pasado. Pero eso no importa, o al menos no le importa a nuestro señor alcalde, que prefiere hacer oídos sordos a una parte importante de la población de la ciudad a la que representa, que disfruta y tiene derecho de celebrar la música, para escuchar y hacer caso de las quejas vecinales surgidas a causa del ruido de un festival que a las 3 de la mañana, con puntualidad inglesa, cerró sus puertas el año pasado.
Parece que en esta ciudad de lo que no se saque rentabilidad en votos o todo lo que genere la más mínima queja no merece la pena, se trata de ir callando bocas allá donde hay el más mínimo contratiempo, sin la más mínima intención de negociar o el más mínimo interés por buscar alternativas. De lo primero poco tengo que decir, de lo segundo, algo. Creo que no todos los vecinos que habitan los edificios del centro de la ciudad son devotos del Cautivo y no por ello se cancela un reclamo de la magnitud de la Semana Santa (ni sus correspondientes y numerosos traslados ni los ruidosos y reiterados ensayos de bandas durante todos los meses del año); me cuesta creer que todos aquellos que viven en la periferia del recinto ferial disfrutan poniéndose la peineta y subiendo al caballo y no por ello se ha cancelado esa maravillosa fiesta llamada feria de Málaga; tampoco a mí me ayuda a conciliar el sueño la trasnochada “Mayonesa” que se repite año tras año en la verbena de mi barrio y no por ello se ha dejado de celebrar un solo año tan mítica tradición; pero, y esto no lo creo, lo subrayo, existe un concepto llamado civismo y otro llamado solidaridad, que la ciudadanía intenta llevar a la práctica para con los demás habitantes que comparten un mismo territorio. Tambien considero que todo el mundo tiene derecho a divertirse y en esta ciudad parece que, en ese sentido, solo se es condescendiente con una parte de la población, que siempre es la misma beneficiada.
A lo mejor es que en Málaga no somos tan modernos, a lo mejor es que los políticos no se toman la cultura tan en serio como dicen y no es más que otra de las facetas de su postureo ante las cámaras, a lo mejor es que todos esos que vienen de fuera y dicen que aquí se vive muy bien es precisamente porque solo vienen a disfrutar de este maravilloso clima y de la espectacular calidad de vida que tenemos, a lo mejor es que no somos capaces de ver más allá, a lo mejor es que seguimos siendo demasiado cortoplacistas, demasiado chovinistas. Y si seguimos así, el eslogan que lucían orgullosas nuestras playas en los años 70 permanecerá intacto hasta el fin de los días y seguiremos siendo solo eso, un lugar ideal para el retiro de los holandeses que vienen aquí a gastar su vejez, un lugar magnífico para disfrutar del fin de semana en la playa, que está muy bien pero, al menos, no fanfarroneemos de que aquí la cultura importa, de que aquí se tiene en cuenta la voz de la gente joven, no al menos de la totalidad. Tampoco demos por sentado que Málaga no puede ser otra cosa, que es así porque algunos así lo desean y es una verdadera pena, porque esta ciudad podría ver dimensionada su realidad si dejáramos de embelesarnos mirándonos el ombligo y fuésemos capaces de ver un poco hacia fuera, porque el sol y la playa no son incompatibles con la cultura de verdad, hay otros tipos de luz que dan un enfoque distinto y muy positivo a Málaga, como la que empezó a desprender el año pasado el 101 Sun Festival y que nosotros contamos entusiasmados aquí.
Y yo me pregunto, ¿quién se revelará ante esto? ¿Por qué no se ha filtrado a la prensa la información referente a estos problemas con la organización del segundo festival antes? ¿Por qué ha saltado a las redes sociales cuando la cancelación ya es un hecho sin lugar a negociación? Supongo que seguirán siendo incógnitas como la del verdadero motivo de esta cancelación tan decepcionante para muchos que esperábamos conocer pronto el cartel de este festival. Como se repite con frecuencia, no nos quedará más remedio que buscarlo fuera.
Puedes leer el comunicado de 101 Sun Festival anunciando la cancelación aquí.
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