Con mucha menos precipitación que Slavoj Žižek, que publicó su libro sobre el coronavirus el mismísimo mes de marzo de 2020, el filósofo italiano Bifo Berardi nos trae su análisis de la pandemia centrado en las consecuencias que esta ha tenido (y tendrá ya para siempre) en el inconsciente colectivo en El tercer inconsciente.
Un libro publicado en inglés a finales del pasado año que nos llega traducido al español por Caja Negra, editorial que ya ha editado en castellano otros libros de Bifo como Fenomenología del fin, La segunda venida o Futurabilidad. En esta ocasión, Bifo se ha dedicado a estudiar cómo han cambiado nuestras vidas a raíz de la llegada de la pandemia, cómo nuestra forma de relacionarnos se ha visto afectada, cómo el virus ha infectado no sólo nuestros cuerpos, sino también la infoesfera y cómo ha afectado todo esto al inconsciente colectivo, un concepto acuñado por Carl Gustav Jung que hace referencia a las estructuras de la mente inconsciente que son compartidas por todos los seres humanos.
Bifo expone cómo a una primera etapa del inconsciente colectivo, definida por la represión del deseo y la consecuente neurosis, le siguió una segunda fase caracterizada precisamente, por lo contrario, aquí el deseo fue celebrado como el impulso al consumo mientras que el placer era constantemente postergado. Bifo se propone en este libro (llamado, precisamente, El tercer inconsciente) definir qué nuevo inconsciente colectivo corresponderá a nuestra época marcada por un acontecimiento tan traumático como la pandemia, analizando cómo nos afectará a largo plazo los meses de aislamiento social o la digitalización total de las interacciones humanas y cuestionándose si todo esto ha puesto en peligro el deseo y el erotismo.
Para analizar el impacto que ha tenido la pandemia en nuestras vidas, Bifo hace hincapié en cómo el coronavirus saltó el plano físico e inundó la infoesfera, sofocándonos de noticias y saturando nuestro inconsciente y el imaginario colectivo. En relación a esta invasión de la infoesfera, Bifo recordará cómo, en 1968, a él no llegó ninguna noticia sobre la gripe de Hong Kong, una pandemia que mató de 1 a 4 de millones de personas pero que, sin embargo, no infectó los medios de comunicación de la forma que el coronavirus ha infectado la esfera mediática durante los últimos dos años. Es interesante cómo, pese a haber pasado la urgencia y la pandemia volverse mucho menos mortal, el coronavirus ha seguido copando las noticias y tan sólo ha sido desplazado finalmente de su dominio mediático por la guerra de Ucrania (lo que ilustra muy bien cómo funciona la industria informativa sensacionalista que sufrimos en la actualidad).
El coronavirus ha descolocado todas las fichas del ajedrez globalizado, dejando al descubierto la relación asimétrica entre economía y vida, así como la obsesión sistémica por la producción de lo inútil. Aquí, Bifo plantea que este es el momento idóneo para reivindicar una revolución de la utilidad frente a la abstracción que caracteriza a la economía contemporánea, defendiendo que el objetivo debería ser que las personas trabajasen sólo el tiempo necesario para producir aquello que es útil y que, puestos a producir productos inútiles, mejor sería aplicar el subsidio universal (una propuesta que ha dejado de ser un idea radical para pasar a ser cada día más factible). En relación a la crisis económica desatada por el coronavirus, el pensador italiano reflexiona también sobre las implicaciones de The Great Resignation, la tendencia de los trabajadores a abandonar sus puestos de trabajo que se desató a principios de 2021, así como la disrupción de la cadena de suministros global, dos caras, según expone Bifo, del colapso de las condiciones materiales y psíquicas de la energía que movía el capital.
La crisis climática ocupa también gran parte del ensayo de Bifo, que entiende la pandemia como un adelanto de eventos catastróficos que podamos vivir en el futuro cercano. En lugar de ignorar la problemática o defender el tímido reformismo imperante hoy en día, Bifo afirma que una de las claves de nuestra época será admitir la extinción como el horizonte de nuestro tiempo. Aceptar la cercanía de la extinción cumple un doble objetivo: por un lado, nos ayudará a averiguar cómo podemos ser felices en un contexto tan hostil, por el otro, este pensamiento catastrofista puede conducirnos precisamente a ser capaces de evitar la propia catástrofe. Pese a que se trate de una interesante propuesta, no es difícil imaginarnos un escenario semejante al retratado en la película Don’t look up en el que la población asuma la extinción y, sin embargo, siga viviendo como siempre hasta que todo se venga abajo.
Otro de los asuntos abordados por Bifo es el debilitamiento de la voluntad humana evidenciado por la pandemia. Si bien esta fue relevante en el pasado de la modernidad, cuando las decisiones políticas eran capaces de transformar el paisaje físico del mundo debido a la lentitud de la información y la dimensión local de la producción industrial, en la actualidad, la relevancia de la voluntad política se ha reducido al estar doblemente sometida a los automatismos del capitalismo tecnofinaciero y a las fuerzas indómitas de la naturaleza (siendo la pandemia una de ellas). En relación a este debilitamiento de la voluntad, el filósofo italiano sostiene que la posibilidad de una guerra aumenta cuando la política es impotente, siendo el nacionalismo la reacción psicótica a la impotencia de la voluntad. Un vaticinio que tristemente se ha cumplido recientemente.
Entre la heterogeneidad de temas que trata El tercer inconsciente, hay espacio para cuestiones tan interesantes como un más que necesario tirón de orejas a los liberales por su utilización del concepto”‘libertad” (que llegó a límites absurdos durante la pandemia) o una reflexión sobre cómo la muerte ha quedado desvinculada de la comunidad y se ha vuelto algo vergonzoso que la cultura capitalista interpreta como una derrota. Si bien en ocasiones es complicado seguir el hilo conductor y algunos temas guardan una relación con la pandemia un tanto forzada, se trata de un más que interesante primer intento de dimensionar el impacto que ha tenido la pandemia en nuestro inconsciente colectivo.
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