A finales del siglo XIX y principios del XX el arte caminaba hacia la abstracción y lo hizo partiéndose en dos. De un lado, un arte intelectual, estructural y geométrico; del otro, un arte más emotivo, romántico y de formas orgánicas. Este análisis fue expuesto por Alfred H. Barr Jr. para trazar en los años treinta uno de los diagramas mas famosos de la evolución del arte de la época: “La forma del cuadrado se ve enfrentada a la silueta de la ameba”, escribió en 1936 Barr, entonces director del Museo de Arte Moderno (Moma) de Nueva York.
Este diagrama fue la sobrecubierta del catálogo de una exposición en el MOMA celebrada en 1936 y estableció una en apariencia endiablada clasificación de los caminos del arte de los 50 años anteriores, con todos los defectos de los prejuicios de la época en el que el arte no occidental quedaba relegado a mero inspirador ocasional.
Este diagrama se reproduce en la exposición Genealogías del arte o la historia del arte como arte visual , que acaba de clausurarse en la Fundación Juan March de Madrid y que a partir de febrero se podrá visitar en el Museo Picasso de Málaga (del 27 de febrero al 31 de mayo). En ella se reproduce en el espacio expositivo el diagrama de Barr incluyendo en cada apartado obras de arte representativas de cada uno de los estilos que incorpora.
Esta es solo una parte de la exposición, un ejemplo de diagramas sobre el mundo del arte. La segunda parte consiste en la muestra de una amplia serie de figuras en los que se explica la evolución del arte en periodos determinados, a veces desde un punto de vista científico y otras de un modo claramente subjetivo, incluso sarcástico, incluyendo obras y documentos que van desde 1562 hasta la actualidad.
Pero la exposición tiene en la reconstrucción del diagrama de Barr su eje central. Cubism and Abstract Art fue el titulo de la exposición celebrada en 1936 y el diagrama se convirtió en un hito dentro de una evolución del arte que en aquellos años explotaba en las vanguardias haciendo complejo seguir sus caminos. Hacia falta una nueva narración y Alfred H. Barr la hizo.
El camino parte del postimpresionismo, de autores como Seurat, Cézzane, Gauguin o Van Gogh, del conocimiento que tuvieron de la escuela japonesa y del arte africano. De ahí partió el impulso del arte abstracto en las dos grandes ramas antes citadas.
De Cézanne y Seurat, sostiene Alfred Barr, parte la corriente que lleva al cubismo y al discurso geométrico del constructivismo, un arte rectilíneo, austero y bañado en la lógica y el cálculo. Es la forma del cuadrado. La otra corriente parte de Gauguin y se desliza entre el fauvismo de Matisse y el expresionismo abstracto de Kandinsky hasta llegar a los maestros del surrealismo. Es la silueta de la ameba.
Mére et Enfant, Pablo Picasso (1907)
Las dos corrientes fluyen a través de las primeras décadas del siglo XX mezclándose entre ellas y creando nuevas escuelas, aunque a veces también se las pueda ver de forma pura. Toda una clasificación que apela mucho más lejos que al mundo del arte, sino que entra de lleno en la psicología humana.
Y por este camino transitan artistas como Picasso, Brancusi, Delaunay, Giacometti, Kandinsky, Léger, El Lissitzky, Malevich, Matisse, Miró, Mondrian, Braque, Klee o Moore, con una mención a la Bauhaus, que es además la inspiración del sistema de señalización utilizado que se basa en el despacho de Gropius en Dessau.
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