Cerrone ejerce de abuelo gamberro de la música disco setentera en la primera jornada del Paraíso Festival
El Paraíso Festival se vistió de revival setentero con Cerrone. El mítico productor francés puso el baile en la primera jornada del encuentro de música electrónica. Para ello se colocó a los mandos de su set y sacó a mitad de su actuación a una cantante de potente voz negra que lanzó el show cuando parecía declinar.
Cerrones hizo las veces de abuelo gamberro. Vestido de negro, con gafas de sol también negras y el pelo totalmente cano, recorrió sus grandes hitos, los que le hicieron un agitador de pistas en los setenta cuando gran parte de los asistentes al Paraíso Festival ni siquiera había nacido. Pero, como uno de los modernos venerados del cine, Gaspar Noé, utilizó su hit Supernature para su película Climax (2018), resulta que Cerrone es ahora un tipo adorado por la transversalidad intergeneracional.
Nada de esto niega un hedonista como Cerrone. Se remitió a los setenta en la música y en los visuales que acompañaban a la actuación, con profusión de gráficas vintage, referencias al cómic y a portadas de discos y apareciendo alguna imagen de Grace Jones, la pantera negra que convirtió el dance europeo de finales de los setenta en un provocador show. A eso llegó Cerrone a Madrid y triunfó. Cerró su show con Supernature, poniéndose a la batería, pero antes había recorrido su trayectoria con éxitos como Give Me Love o Love in C menor, regodeándose en las orquestaciones que tanto chirriaban en su época dorada. Cerrone es historia de la música disco, la que en los setenta representa la frescura en medio de la negrura del punk y la decadencia creativa de las grandes bandas de rock, que se acogió en España con esas composiciones que llegaban del Studio 54 de Nueva York, sí, pero también con la locura que generaba Boney M o el espaldarazo que supuso Tony Manero.
Cerrone
Camino de los setenta años, Cerrone se divierte, juega con el público igual que sus colaboradores en escena, y mantiene la vigencia del disco sound, imbatible aún en su contagiosa capacidad de sacudir las pistas.
Cerrone se divierte y mantiene la vigencia del disco sound, imbatible aún en su contagiosa capacidad de sacudir las pistas
No es la única mirada al pasado que hubo en la primera jornada del Paraíso, aunque desde otras perspectivas. De cómo recoger la herencia de las tradiciones para mezclarla con los nuevos sonidos dio una lección momentos antes Nicola Cruz en el escenario Manifiesto by Absolut. Quizá algunos no sabrían ni qué hacer para poner a bailar al público que abarrotaba la zona de baile tomando ritmos sudamericanos de la cordillera andina y ayudado por un potente respaldo visual. Pero él sí. Del mismo modo que hizo en la carpa del escenario Club el productor Moscoman, pero esta vez dando a su set el tono preciso para acoger la música de Oriente Medio, de su Israel natal.
Nicola Cruz
En el escenario Paraíso, el más grande del Festival, Bob Moses se habían encargado de calentar el ambiente con su mezcla de funk, rock y electrónica que tanto adora el público. Quizá demasiado pronto, con la tarde de junio resistiéndose aún a caer, pero el dúo canadiense consiguió la dosis habitual de energía de sus shows.
Bob Moses
Más tarde saltaría al escenario Chvrches, cabezas del exquisito cartel del Paraíso. Tras años esquivando los escenarios de Madrid, la banda escocesa ofreció un espectáculo basado en su último disco Love is Dead. Su cantante, Laureen Mayberry, apareció envuelta en tules para lanzar un concierto que supuso la parte más pop y también la más previsible, del festival.
Chvrches
También de pop, pero esta vez con desenfadado descaro naif, dejaron buena constancia el dúo francés Polo & Pan, que divirtió al público con beats que recordaban en ocasiones músicas infantiles y que concluyeron el show con la hipnótica y preciosista Canopée. El festival tuvo hueco para otras propuestas más en boga de nuevos ritmos urbanos como IAMDBB o para las descargas electrónicas habituales de John Talabot o Solomun.
Polo & Pan
IAMDBB
John Talabot
Solomun
