Que Málaga es un referente a nivel nacional de cultura emergente es un hecho, además de una opinión, no solo mía, sino de muchos agentes culturales, entre ellos Guillermo Martin Bermejo, uno de los artistas de Factoría de Arte y Desarrollo (Madrid), galería participante y uno de los organizadores de Art&Breakfast, un evento que ha tenido lugar a lo largo del fin de semana en Málaga, como una muestra más de la agitada vida cultural que se cuece en la ciudad en los últimos tiempos. “En Málaga se están haciendo cosas únicas en el panorama de la cultura nacional, existen muchísimas iniciativas jóvenes e independientes de una originalidad asombrosa, por eso la hemos elegido para celebrar esta feria de arte emergente”, reconoce Guillermo. Y eso es muy gratificante, no solo porque sea malagueña, sino porque me encanta ver cómo la gente de la ciudad y la cultura se mueve fuera de los márgenes institucionales.
En Art&Breakfast se pudo contemplar una parte de toda la originalidad y el talento que hay escondidos en muchas de esas casas situadas en las calles céntricas de la ciudad, donde a diario artistas de diferentes disciplinas se reúnen para trabajar, luchando por dedicarse a lo que realmente les apasiona, muchos de ellos, los mismos que estos días visitan la antigua cárcel de la ciudad para ver si por fin encuentran un sitio estable y común donde exponer y convivir.
La Casa Negra, Espacio Cienfuegos, Las Buhoneras, Mad is Mad, la berlinesa Grundkreuz, la gaditana Neilson Gallery o la galería online Artágora fueron algunos de los huéspedes de las habitaciones de la segunda y tercera planta del hotel Room Mate Larios que durante el pasado fin de semana cerró algunas de sus habitaciones al público para dar cobijo a las atrevidas y originales propuestas de estos artistas emergentes. Así, era fácil descolocarse con la particular propuesta de La Casa Amarilla que diseñó una fría habitación recubierta de plásticos con fotografías congeladas repartidas por los rincones más insospechados e incluso dentro del lavabo, vivir una descarga de adrenalina al entrar en la 307 provocada por las coloristas obras de La Casa de Blas o tocar el dolor con las obras de la ovetense Dos Ajolotes.
Actividades paralelas como charlas, talleres, lecturas de poesía y conciertos acompañaron esta particular forma de exhibir arte que, por primera vez, aunque no última, ha tenido lugar en la ciudad.
Un auténtico placer ver tanto derroche de inquietud repartido por las camas, baños y paredes de esas habitaciones de hotel.
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