La postpademia se instaló en Madrid. La feria de arte contemporáneo Arco ha cumplido 40 años. Lo ha hecho con un año de retraso, después de la pandemia. Normalizar es la palabra y Arco es lo que parece pretender. Junto a la pandemia el otro gran tema es la guerra. Cuando la muestra abre sus puertas, Rusia entra en Ucrania por las bravas; sus ejércitos arrasan los campos de su vecino del sur. El arte tiene pues que asimilar situaciones: Pandemia y guerra.
Galería de imágenes con obras expuestas en Arco 2022.
Normalizar se antoja en este entorno difícil. De las obras expuestas en el recinto de Ifema en Madrid parece deducirse que el arte aún no ha asimilado muy bien la pandemia, un impacto tan enorme necesita quizá un poco de tiempo para pasar al periodo de la reflexión. La guerra es otra cosa, la guerra nunca desparece, como recuerdan los chalecos salvavidas de Ivana Ivkovic. Y menos ahora, que cuando la feria abre sus puertas vuelve a estallar en Europa.
En Arco 2022 se han registrado 185 galerías con mas de 30 países, 1.300 artistas y 500 coleccionistas. Es una buena muestra para hacer el balance que siempre dan los números redondos y este aniversario lo es. La sección especial titulada 40+1 se plantea el papel de la feria dentro del arte contemporáneo español y su carácter de puente con Latinoamérica, un recorrido también de ruptura en el plano de Ifema.
Pero 2022 parece no haberse sacudido el carácter de standby que ineludiblemente tuvo 2021, una muestra de circunstancias tras la ruptura. Si bien ARCO ha vuelto por sus fueros, parece que los grandes avances tecnológicos que se avecinan tendrán que esperar o, quizá, sus profetas no acaban de atinar y tendrá que redoblar esfuerzos para comprobar que no es un arte meramente especulativo.
Fuera de esta salvedad, las galerías parecen demostrar que mantienen el pulso, quizá con algo de conservadurismo al que siempre se abonan los tiempos cuando son difíciles. Y estos lo son.
Ambiente en Arco 2022
Recorridos hay miles y se propone uno. El arte político parece haberse encogido, no en propuestas, que las hay, sino en pujanza. Un gran no recogido en la pancarta de la obra Striccione/Banner de Luca Bertolo parece servir como muestra. ¿No a qué? Y así se abre una sucesión de especulaciones. La feria permite en su más amplia expresión política visitar trabajos como History of Workers Monument, de Daniel G. Andújar, o la tan efectista serie Indignadas, de María María Acha-Kustcher, o la serie Dictámenes de Cristina de Midel, sin olvidar descargas de los habituales, como Santiago Sierra o Carlos Aires.
La feria mantiene la presencia del clasicismo contemporáneo, expresado en galerías con los artistas con más nombre (Laffon, Merz o Gilbert and George, por citar algunos) y en otras que mantienen obras que recogen la historia del arte y hacen una actualización personal, como Martha Jungwirth. Y frente a ellos, los siempre eficaces, entre los que ha destacado la instalación de Olafur Eliasson, ese juego de luces y sombras titulado Your accountability of presence.
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