Si por algo puede caracterizarse la música electrónica, más allá de los clichés convencionales a los que estamos malacostumbrados, es por su extrema habilidad discursiva, su capacidad para dibujar paisajes sonoros, abrirnos a horizontes de abstracción o exponer tesis a través de «figuras retóricas» con una precisión que solo puede alcanzarse con la pura síntesis, el sonido creado de la nada. Aphex Twin posee esta habilidad para conseguir hazañas como su obra maestra «Druqks», su anterior álbum de estudio, una epopeya de 100 minutos de duración que abrió una nueva ramificación en el curso de la música y nos preparó para el nuevo siglo de alquimia posmoderna que estaba a punto de explotarnos en la cara.
«Drukqs» consolidó un discurso estético propio siguiendo los meandros de una imaginación infinita. Y, con todo, en él yacía un hondísimo trasfondo que afloraba entre los beats espasmódicos de un disco que, debido a esto, no era apto para todos los públicos. Quizá «Drukqs» dejó una huella demasiado profunda en Richard D. James, o quizá Richard D. James era demasiado consciente de la sacudida que provocó en el imaginario colectivo electrónico. La cuestión es que, en el último trabajo de Aphex Twin, «Syro», el irlandés rescata las mejores ideas de su anterior obra para brindarnos un álbum que se abre ante nosotros sintiéndose deudor de aquel, repitiendo algunos de sus patrones para seguir fiel a un estilo.
Lo cual, a priori, debería ser de una lógica elemental. Me gusta que un disco suene a The Chemical Brothers, o a Sigur Rós, o a Flying Lotus cuando escucho un disco de cualquiera de ellos, evoluciones y escarceos aparte. Con Aphex Twin, hasta «Drukqs», cada álbum dejaba al oyente en fuera de juego. Era tremendamente difícil reconocer un estilo formal más allá de una actitud marciana. Es lo que le hacía mantener esa frescura. Quizá, por esto mismo, «Syro» no consigue en mí el mismo impacto que logró «Druqks», porque su sombra aún es demasiado alargada como para ejecutar la enésima pirueta y caer de pie. Por ejemplo, en «CIRCLONT6A», pista que podría servir de síntesis del estilo de fondo y forma que propone en este disco, Aphex Twin insiste en la bipolaridad que a su vez resume a la perfección «Cock-Ver 10», tema de su anterior álbum. «Cock-Ver 10» es un complejísimo artefacto sonoro que yuxtapone el caos de percusiones esquizofrénicas con una melodía dolida, melancólica, para construir un estado mental. En «CIRCLONT6A», y en otros temas de este último trabajo, se quiere mantener una simetría que parece ya oída, pero que no por ello nos priva del deleite de escuchar un álbum veteado de infinidad de matices y realizado con un extraordinario sentido de lo musical.
Y es que en «Syro» Aphex Twin vuelve a los temas que acumulan en cada compás nuevas capas y samples, a los «stacattos», las bellas melodías de piano y los ritmos locos que tan bien funcionaban en «Drukqs», esta vez haciendo un uso extensivo de los sintes analógicos, como en su serie de EP’s «Analords». Richard D. James ha construido un disco, sin embargo, menos oscuro y retorcido, más en la línea del último trabajo de su colega Squarepusher, «Ufabulum», y más complaciente con el oyente. Un disco soberbio que, para nuestra tranquilidad, demuestra que aún nos queda mucho Aphex Twin que disfrutar.
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