Si hay una mirada en el cine español que abre la ventana de la zona oscura de la mente, esa es la de Alex Brendemühl (Barcelona, 1972). Al menos es la que presta a los personajes que interpreta. Y esa mirada está muy presente en L’ofrena (La Ofrenda) que el director catalán Ventura Durall ha llevado a la 23ª edición del Festival de Málaga dentro de la sección Zonazine. A Brendemühl le acompañan en un oscurso y alambicado trío Verónica Echegui y Anna Alarcón, y a él se suma también en destacado papel Pablo Molinero. La poliédrica historia que narra arroja tantas preguntas que es complicado encontrar cuál es el destino de una trama repleta de culpas, perdones, sexo, amor y psiquiatría salpicado todo ello por la manipulación de las personas. Brendemühl también se lo pregunta.
La película va sobre pasiones oscuras y pasados difíciles ¿Qué quiere contar al espectador?
Me gusta esta dificultad de contar la película, A veces piensas que las obras de arte te gustan y no sabes muy bien por qué. Además, se lo pregunté al director y tampoco me lo supo contar muy bien. Lo que podría ser un defecto yo creo que es una virtud, porque esta película parte de una revisión del mito de Ulises, la Odisea, un personaje que vuelve veinte años más tarde a recuperar su amor de juventud. Viene con su pareja actual, y a través de ella se establece una relación triangular en la que ésta intenta convencer a la otra mujer para que se encuentre con el hombre y arreglen el asunto que tenían pendiente de juventud. El la había abandonado. Viene con un gran dolor, una desazón, un estigma que no se sabe muy de dónde sale esa necesidad de pedirle perdón a esta mujer. De alguna manera viene herido por el destino y en esa clave de mitología griega parece que los dioses mueven los hilos de las personas, que no son dueños de sí mismos.
¿Quiénes serían ahora los dioses?
No lo sé. Todos cargamos con alguna culpa, algún dolor, algún lastre que a veces nos impide seguir adelante vivir y ser felices.
¿Se siente cómodo en la galería de personajes oscuros que ha interpretado?
Sí, supongo que me gusta profundizar en los abismos de la psique humana y me ha interesado hacer personajes con diferentes capas, con complejidad, misterio, algo inasible que el espectador pueda acabar de rellenar, de entender e imaginarse. Sugerir más que imponer una definición muy clara. Me gusta la ambigüedad en los personajes, explorar los limites del comportamiento humano. En este caso, me encontré con un personaje muy complejo. El director me envió el guion y me fascinó, pero no sabía cómo agarrarlo, no es un personaje más; tiene muy pocos elementos, pero manipula, y empuja a los dos personajes femeninos hacia un lugar de oscuridad y las arrastra. Tenía que tener un componente vital, apasionado y fuerte y que el espectador entendiese algo que le pueda llegar a él.
El actor en un momento de le película L’Ofrena junto a Anna Alarcón
¿Por qué cree que al publico también le interesa tanto este tipo de personajes?
A todos nos atraen personajes que esconden algo, que tienen algún misterio y algún gancho. A todos nos atrae lo desconocido, lo indefinido, lo indescriptible. De ahí viene un poco el interés tanto mío como el que puede despertar en algún espectador. La prueba es que yo sigo trabajando, o sea que será que algo llega.
¿Cómo se presenta una película que habla mucho sobre relaciones humanas y que se ha rodado en una normalidad que no es precisamente la ‘nueva’ que hay ahora por la pandemia?
Es muy interesante cuando vas al cine ahora y ves películas en las que personas se tocan, se hieren, se invaden y ahora esto no se puede hacer. Hay un momento de pudor. Igual tenderemos a un cierto puritanismo, una frialdad y una distancia entre las personas que espero que no se instale y volvamos a recuperar lo de romper las barreras, el contacto. Estamos tendiendo hacia unas relaciones entre anglosajonas y, asiáticas. Esas cosas de no nos tocamos, nos miramos, nos respetamos… hay una cierta incertidumbre pero también desconfianza entre la gente, cómo se mira. Las relaciones están cambiando mucho y no sé cómo se trasladará a la ficción en los próximos años.
¿Cómo actor ha visto reducido su trabajo por la pandemia?
Llevaba una temporada tranquila y al principio hubo mucha incertidumbre, Me empezaron a llegar muchas propuestas para el año que viene, cosa que me tranquilizó pues parecía que el mundo seguía moviéndose. Ahora mismo, entre estos meses estreno tres películas —El buzo, L’Ofena y Akelarre— me he puesto a ensayar teatro, con lo que he recuperado la actividad y la ilusión por decir vamos a seguir generando cultura, presentando las cosas que hacemos y que la gente las pueda ver. Creo mucho en el poder sanador del arte y la cultura y confío en que lo seguiremos haciendo. Además, se han visto muchas series y las plataformas necesitan contenidos, con lo que parece que se va a rodar a toda costa. La gente necesita la vía de escape de soñar de vivir historias y evadirse.
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