Afterglow no es la historia de un trío, tampoco va sobre las relaciones abiertas, ni trata la promiscuidad gay, aunque durante los primeros quince minutos de obra la gran protagonista sea la carne. Esta pieza de teatro habla de la búsqueda de tres personajes que se encuentran flotando en mitad de una marea que azota sus vidas de diferentes maneras.
El amor como única posibilidad para mantenerse a flote, los misteriosos lazos que unen a las personas, lo incomprensible que se vuelve la razón ante el abandono, las sutiles trampas que utiliza el autoengaño, los riesgos que entraña la estabilidad, el atractivo de la libertad, la futilidad de la pasión, la inocencia y ternura que desprende del primer amor, los límites que puede llegar a alcanzar la comprensión para no aceptar la evidencia o la fuerza que adquiere el deseo cuando nace de la soledad son algunos de los dardos que Afterglow lanza directos al pecho al espectador. Tres personajes perdidos intentando seguir a flote en mitad de un torbellino emocional donde cada paso hacia delante es una nueva embestida.
Interpretada por Christian Escuredo, Andrés Acevedo y Jorge Vidal, la obra, que se ha representado en el off-Broadway de Nueva York y en Londres, lleva impreso el sello inconfundible de Pedro Casas, su director, que ha realizado un magnífico trabajo con los actores. El del equipo técnico (Lola Barroso –iluminación-, Bengoa Vázquez, -escenógrafa-) tampoco se queda atrás, pues ha llevado a cabo una elegante puesta en escena regida por una inmensa jaula que hace las veces de habitación en la que se dan cita el deseo, la frustración, la soledad o la decepción. En ella tampoco faltan las luces estroboscópicas, el juego de sutiles sombras tras una mampara de ducha, la congelación del movimiento de los actores o una banda sonora propia de la narrativa cinematográfica que, por momentos, hacen que el espectador parezca estar sentado frente a una pantalla de cine en lugar de un teatro, en el que ha sido capaz de ver transcurrir escenas realmente a cámara lenta.
Los responsables de traer esta obra a España son Diego Rebollo y Carlos Martín, productores de esta pieza, que pone en tela de juicio ciertos modelos de pareja como las abiertas y que, próximamente, se representará en Los Ángeles.
Si no tienes problemas con el desnudo o las evidencias del amor, tienes hasta finales de abril para verla en Nave 73, en Madrid.
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