Judith Colell estrena en la Sección Oficial del Festival de Málaga el largometraje «15 horas», una coproducción iberoamericana entre España y República Dominicana sobre la violencia de género en el país latino.
Existen países y lugares estancados en otra época. Igual que los pueblos castellanos parecen hoy tardis directas a otro tiempo, hay países enteros con una sociedad anclada en lo de antes. La República Dominicana que vemos en «15 horas» es precisamente eso. Ojalá solo desde la ficción. “Antes aguantábamos, por eso no nos separábamos” destaca durante la presentación en Málaga Sterlyn Ramirez, productora y actriz protagonista de la cinta.
Colell se salta las bases impuestas por Hollywood sobre las películas que tratan la violencia de género, haciendo un retrato crudo de la realidad, sin trucos efectistas ni edulcorantes. No se trata de un thriller, tampoco de una película de juicios; solo es la vida sin filtros, vista desde el lugar de un testigo impotente, que no puede hacer nada por ayudar.
En uno de los mejores barrios de la ciudad, dentro de una lujosa y ostentosa casa -casi una jaula- de cristal; grita en silencio una mujer maltratada. El foco está en la clase alta, la esposa de un violinista español de fama internacional (Marc Clotet) adorado por toda la opinión pública, visita al médico cada dos semanas con nuevas fracturas y marcas de golpes que asegura se ha hecho al caerse repetidas veces por las escaleras de su casa. El doctor reconoce entonces la situación de agresión, y se ofrece a ayudarla.
Aunque no debería, siempre es difícil denunciar. Cuando hay niños de por medio todo se complica. No obstante, lo más duro de la película es la soledad que rodea a su protagonista, vive en un mundo controlado por él, en el que hasta su propia madre está alienada porque según dice: “todos los matrimonios son difíciles”. Puede parecer frío, quizás demasiado duro para ser cierto, sin embargo, llegas a creértelo, porque todavía hay mucha gente que piensa de esa manera.
Otro de los puntos fuertes de la película es que muestra fielmente el procedimiento que siguen las víctimas al denunciar. Sucede en un centro público donde no importa tu clase social; hay gente de todas las edades y lugares llorando y reuniendo el valor para hablar, para luego ser tratadas como números, el de sus carnets de identidad. Nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario y el agresor debe ser avisado 24 horas después de formalizar la denuncia. Durante todo este procedimiento, la mujer queda completamente desprotegida, hasta el juicio, es responsabilidad suya mantenerse con vida.
El procedimiento no es el mismo en todos los países, por eso, poner el foco en lugares como República Dominicana, donde todavía la mujer no cuenta con el apoyo que en la mayor parte del mundo parece normalizado, resulta un acierto y hace la película todavía más necesaria.
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